Otras miradas

Perder para ganar

José Manuel López

Diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid

José Manuel López
Diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid

Ayer se celebró la moción de censura en la Asamblea de Madrid. Sólo Podemos voto a favor de acabar con el gobierno. Se perdió, como se sabía ¿por qué se ha promovido entonces? ¿Qué va a pasar a partir de ahora?

La razón fundamental de la moción ha sido señalar la corrupción insostenible que ha instalado en las instituciones el Partido Popular en sus más de dos décadas de gobierno. El sumario Lezo se añade a los anteriores (Púnica, Gürtel, Bárcenas,...) y no será seguramente el último que veamos en los próximos meses. La corrupción, y el despilfarro asociado a ella, se han convertido en la forma de gestión del Partido Popular en Madrid. Y no es el pasado, es el presente. Era necesario señalar la situación para no convertir la corrupción en normalidad política ¿ha cumplido su función?

Durante dos años Cristina Cifuentes ha dedicado sus esfuerzos en construir un relato que distinguía entre el viejo PP –el de Aguirre y González, despilfarrador, desgastado y corrupto- y el nuevo PP –el suyo, honrado, joven y eficiente-. El escándalo de la compra de EMISSAO en Brasil por el Canal de Isabel II –aprobada por varios de los consejeros del actual gobierno- y la concesión de la licencia de la cafetería de la Asamblea de Madrid a Arturo Fernández que la fiscalía indica que tiene "múltiples irregularidades penalmente relevantes" que fue firmada por la propia Cifuentes, han roto este espejismo estético. Cristina Cifuentes ha intentado durante dos años deshacerse de la parte trasera del cohete que tanto le pesaba en su impulso por regenerarse, pero en los dos últimos meses los acontecimientos han hecho que nos sólo no se haya separado sino que se haya pegado aún más. La escenografía de todos los cargos del PP –los viejos y los nuevos- la semana pasada haciendo un paseíllo a Cristina Cifuentes al ir a declarar a la Comisión anticorrupción lo confirma.  El tono utilizado por los diputados populares durante la moción, también. Sólo hay un PP, que lleva más de veinte años gobernando, que ha generado la corrupción política y que encabeza hoy Cristina Cifuentes. El PP sale de la moción avejentado y con la impronta que marcó Esperanza Aguirre.

Hay una segunda consecuencia de la moción. En los dos últimos años el gobierno de la Comunidad de Madrid apenas se ha movido nada. No hay ninguna mejora legislativa, no hay ninguna infraestructura que vaya a mejorar la región y la vida de los madrileños. La única infraestructura pública que han propuesto es la radial del norte, precisamente en el año en que se han tenido que rescatar las otras cinco por más de 3.000 millones de euros. El gobierno vive de la puesta en marcha del abono joven –hecha a espaldas del ayuntamiento y sin planificación. Iniciativas como la Ley del suelo o la de Universidades se están encontrando enfrente con la oposición de todos los actores involucrados; desde ayuntamientos a los rectores pasando por asociaciones ecologistas o de estudiantes. El proyecto que puso en marcha Esperanza Aguirre se ha agotado y Cristina Cifuentes no tiene otro. El Partido Popular sale de la Moción sin un proyecto por delante, con un vacío profundo para los próximos dos años.

La moción ha marcado el ecuador de la legislatura; es un punto que señala un antes y un después, un punto de inflexión. Por delante hay dos años que el Partido Popular enfrenta siendo,  lo que nunca ha dejado de ser, el de Aguirre y González y sin ideas. Su única salida será entrar en un juego táctico que suele dar pocos réditos y ninguna política efectiva. Probablemente Cristina Cifuentes haga cambios en su gobierno después del verano. Intentará sacar a algunos consejeros –hay una reprobación de Podemos en la Mesa de la Asamblea del Consejero de Sanidad que ha creado un caos en la sanidad- para intentar tomar impulso, ¿podrá cogerlo?¿Cambiará a los consejeros que estuvieron en núcleo duro de Aguirre que ahora lo están en el suyo? Tiene un camino difícil.

La impugnación al Partido Popular se va a seguir haciendo desde la política pero cada vez más desde los juzgados y los medios de comunicación. La cuestión ahora es poner encima de la mesa un proyecto real para sacar a la región de su parálisis; que termine con la desigualdad creciente, ponga un modelo productivo posible y elimine la corrupción. El espacio que ha dejado el Partido Popular lo ocupará quien proponga un proyecto para Madrid que responda a tres cuestiones ¿cómo distribuir mejor los recursos de la región más rica de nuestro país? ¿Cómo se va a generar empleo para los madrileños? Y ¿cómo articular instituciones transparentes que impidan la corrupción? Es el tiempo de los proyectos y de los liderazgos.

La moción de censura ha servido para señalar la corrupción, reconocer de nuevo al Partido Popular y ser punto de inflexión en la legislatura; y lo ha conseguido. Es verdad que se ha perdido, pero para ganar el futuro.

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