Otras miradas

La Moción de la esperanza

Isabel Franco Carmona

Diputada de Unidos Podemos por Huelva

Isabel Franco Carmona
Diputada de Unidos Podemos por Huelva

El Gobierno del Partido Popular comete el mayor error que puede cometer un gobierno en una democracia: gobernar para sí mismo y para el poder económico, dando la espalda al pueblo. Es un Gobierno envilecido. Ante este escenario, la moción de censura no era sólo una cuestión de ética, sino de respuesta a una situación de emergencia democrática.

Una de las principales cuestiones que planteaba la moción de censura que hemos presentado era la necesidad de emplear o no esta herramienta parlamentaria. Al parecer, el Gobierno de este país y algunos de sus grupos afines, sus pilares de apoyo, han perdido totalmente la perspectiva de lo que supone representar al pueblo en las instituciones.

La vulneración de los principios democráticos y del Estado de derecho que ha llevado a cabo el Partido Popular es lo que realmente justifica la necesidad moral de presentar una moción de censura. Aquí no estamos hablando de cuál es la jugada maestra que nos permitiría dar un jaque mate en el ajedrez electoral. Aquí estamos hablando de la deslegitimación absoluta de un gobierno que ha incumplido de forma sistemática su parte correspondiente del contrato que firma con el pueblo.

Un gobierno decente jamás habría estado implicado en 64 casos de corrupción, pues mucho antes habría dimitido y no habría vuelto a presentarse hasta quedar limpio de podredumbre. No obstante, el Partido Popular, no sólo sigue gobernando, sino que además es el partido implicado en más casos de corrupción de la Unión Europea.

La sede del partido que nos gobierna, no solo ha sido testigo y destructor de pruebas, sino que además la reforma de la sede manchó cada una de sus paredes, sus suelos, sus puertas, mesas y sillas de dinero negro. Como decía Irene Montero en un discurso brillante y claro, la corrupción tiene sede y está en Génova 13.

Por otro lado, el PP ha roto el pacto social. En el primer trimestre de este año, el IPC aumentó un 3%, mientras que los salarios bajaban. Esta descenso de los salarios, en un momento de repunte de la inflación, provoca una pérdida poder adquisitivo o, lo que es lo mismo, que la gente sea cada vez más pobre.

Esto es consecuencia de decisiones políticas. La reforma laboral y el modelo de empleo de baja cualificación del PP que convierten a España en la playa de Europa. La bajada de la tasa de cobertura ante el desempleo, coloca a las personas desempleadas en una situación de pobreza desesperante. Cualquier trabajo, a cualquier precio y en cualquier condición se convierte en un espejismo de alivio. Esclavitud en pleno Siglo XXI. También es una decisión política el vaciamiento de la hucha de las pensiones y la inacción ante el déficit de la Seguridad Social, dirigida a una privatización total o parcial de nuestras pensiones.

Llegados a este punto, hay que preguntarse: ¿qué tienen en común la corrupción y la venta de los derechos de nuestro pueblo? La respuesta es obscenamente explícita, saquear lo público en beneficio del enriquecimiento de los propios miembros del partido que gobierna y de sus aliados. Una trama que pone al poder político al servicio del poder económico y que intenta influir y romper la independencia del poder judicial. Es una intención premeditada de convertir los derechos de nuestro pueblo en negocios.

La democracia no puede entenderse como una carta blanca que conceden cada cuatro años las urnas. Los cargos públicos tienen la obligación de garantizar los derechos de las ciudadanas y ciudadanos y de gobernar por el bien de los intereses sociales. Cuando se parasitan las instituciones, se pierde la confianza, cuando se pone en peligro la independencia del poder judicial, se pierde a confianza, cuando se saquea el dinero público y se vulneran los derechos fundamentales, se pierde la confianza. Y es de eso de lo que trata la moción de censura, de la responsabilidad democrática que tiene el Parlamento para apartar a un gobierno que ya no cuenta con la confianza del pueblo.

El tablero político ayer quedó claro. Ciudadanos es, sin remedio, copia y muleta del Partido Popular. El PSOE sigue bloqueado ante sus problemas internos y anclado en los años del turnismo político que tanto daño ha hecho en nuestro país.

Pero hay esperanza. Con esta moción de censura hemos demostrado que hay posibilidad de una mayoría parlamentaria progresista. Les pedimos altura para sacudirse una abstención que les paraliza y les tendemos la mano trabajemos conjuntamente durante este verano para sacar al Partido Popular de la Moncloa.

Todo el mundo reconoce que desde que Podemos entró en el escenario de la mano de Pablo Iglesias, la política cambiado. Que el Congreso de los Diputados ha sido invadido de vida, es un hecho que se ve, que se siente, que se respira, en cada rincón de esta institución. Ayer, la moción fue, en sí misma, un gran movimiento.

Hay futuro, hay esperanza.

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