Otras miradas

En memoria de Concepción Aparicio Cuevas: resiliente, maestra y socialista

Héctor García Barranco

Palabras leídas en el Cementerio de la Almudena de Madrid por , nieto de Concepción Aparicio Cuevas. 3 de julio de 2017

Palabras leídas en el Cementerio de la Almudena de Madrid por Héctor García Barranco, nieto de Concepción Aparicio Cuevas. 3 de julio de 2017

Concha Aparicio Cuevas nació en el año 1924. Sus primeros recuerdos se remontan a cuando, siendo muy niña y a diferencia de sus cinco hermanas y su hermano, se acercaba con una sillita a la Plaza de Arganda del Rey, en el Sur de Madrid, a escuchar con interés los discursos y las arengas de políticos, sindicalistas y alcaldes. Recordaba "como si fuera ayer" a sus vecinas tejiendo inmensas banderas republicanas el 14 de Abril de 1931; y la ilusión desbordada de sus vecinos, trabajadores del campo y de todos los demás gremios, entonando canciones de Victoria tras generaciones que sólo conocieron la desigualdad y la opresión.

Hija de Rosa Cuevas y del maestro del pueblo, Don Román, miembro de la Institución Libre de Enseñanza y del Partido Republicano Radical Socialista primero, militante de Izquierda Republicana y la UGT-FETE después, pero ante todo Pedagogo Popular. Llegó la sublevación militar, y entre el miedo y el hambre, mientras que su hermana mayor Rosita se enamora de un Brigadista Internacional francés luchando en el Frente del Jarama, Conchita y las demás son evacuadas a Valencia. Pierde la guerra con 14 años, la edad que tenía cuando su padre es detenido, encarcelado en varias prisiones y asesinado en el muro del cementerio civil de Madrid, junto a tantos compañeros y compañeras del Magisterio en 1939. En su caso, unos días después del asesinato las autoridades franquistas conmutan la Pena de Muerte.

Concha también estudió Magisterio en la posguerra, con calificación final de Matrícula de Honor. Encarnó como maestra en la práctica la mejor tradición de las Pedagogías Populares liberadoras en forma de 'co-educación': fundir la escuela, el aula y el ámbito doméstico en un continuum del desarrollo socioeducativo de las futuras generaciones. No volvió a Arganda hasta el año 2005, cuando se inauguró la Escuela Pública de Formación Profesional Román Aparicio. Con el tiempo perdonó sin guardar rencor a los delatores, ni a las miradas cobardes y acusatorias de algunos de los antiguos alumnos de Don Román cuando lo detuvieron; y es que la Abuelita siempre fue una mujer con Memoria. Doña Concha hizo de la Memoria de Don Román Aparicio una bandera que enarboló con orgullo y libertad durante toda la Dictadura. Mataron a su padre y destrozaron el futuro de sus hermanas; pero se rehízo con alegría formando una familia maravillosa con su querido Adolfo; sus 2 hijas, Lucía y Concha y su hijo pequeño, Adolfo; después vinieron los nietos y ahora biznietos, con Olivia y Hugo.

Mantuvo, como tantas mujeres resilientes de su generación, el amor por su familia, la fuerza de las maestras y el cariño por su pueblo a pesar de las heridas, de los golpes, de los infortunios y de las lágrimas. Evitó que le arrebataran la sonrisa y la pasión por la Política. Concha tenía la dignidad de esa mirada firme, cálida y serena forjada en el Aula de la Escuela de aquella Educación Popular, Laica y Republicana cuando este país, por primera vez, se construía con Escuelas, Derechos y Dignidad. Concha Aparicio no se escondió en los momentos más duros, ni sucumbió al miedo durante 40 años de Fascismo; defendió siempre los ideales republicanos, la Cultura y la Justicia social para los más desfavorecidos porque fue una mujer de Izquierdas, y nunca ha tenido nada de lo que arrepentirse.

Durante la Transición entró a militar en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), siendo una militante activa y comprometida de la Agrupación de Ciudad Lineal. Como tantos y tantas sabéis, ha sido una compañera fuera de serie hasta las últimas consecuencias, hasta el último aliento. Fue concejala presidenta de la Junta Municipal de Tetuán en el 79; y de Moratalaz - Vicálvaro en el 83, renunciando al coche oficial porque "ella iba muy bien en el autobús". El compromiso militante ha sido una de las facetas de su vida que le han dado fuerza para llegar hasta aquí. El PSOE fue la herramienta que ella sentía útil para devolver la dignidad a su pueblo, luchar por la justicia social con esa pasión progresista en los buenos y en los malos momentos... y eso ya no se lo quitará nunca nadie.

 

Nos quedarán su fuerza y dignidad,

como ejemplos de lucha,

para siempre en la Memoria.

Muchas Gracias.

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