Otras miradas

Identificaciones ideológicas de los electorados

Antonio Antón

Profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid

Cartel con logo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), a la entrada de su sede en Madrid. E.P.
Cartel con logo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), a la entrada de su sede en Madrid. E.P.

Analizo diversos datos de interés, proporcionados por el Barómetro de julio del CIS, que informan de las identificaciones ideológicas de los respectivos electorados, en el eje Izquierda / Derecha y, en el marco de la nueva etapa política, pueden dar pistas sobre su comportamiento electoral.

En el adjunto gráfico expongo la distribución, en tres bloques, según la autoubicación ideológica de todos los electorados, incluido los nacionalistas y regionalistas cuyas mayorías se define de izquierdas (incluso una parte del voto al PNV y a JxCAT). Aunque la escala es de 1 (Izquierda) a 10 (Derecha) y el punto medio puro es el 5,5, dada la ambivalencia y la amplitud del electorado que opta por el 5 he desgajado ese segmento del típico centro izquierda para situarlo solo como centro ideológico: llega al 24% y sobre el hay una fuerte pugna entre ambos bloques políticos. La autoubicación de izquierdas llega al 40,6% (segmentos 1 a 4), y la opción de derechas es preferida por el 25,5% (segmentos 6 a 10). También hay que resaltar el significativo 9,9% de No sabe / No contesta, aunque la otra cara de la moneda es que la gran mayoría del 90% expresa un posicionamiento definido en este eje ideológico de Izquierda / Derecha.

Fuente: CIS. Barómetro de julio de 2021 y elaboración propia.
Fuente: CIS. Barómetro de julio de 2021 y elaboración propia.

Como se ve en el siguiente gráfico sobre la distribución de la población en cada segmento según su identificación ideológica, el volumen de cada uno de ellos es desigual. Por tanto, tiene interés comprobar el distinto tamaño de cada segmento ideológico, con la especial particularidad del comentado cinco, que supone la cuarta parte: es elegido por el centrismo ideológico, aunque un sector vota formaciones de izquierdas y otro de derechas, ambas con reclamos de centroizquierda y centroderecha y habiendo fracasado la imagen centrista de Ciudadanos.

En ese ámbito es donde se da abiertamente la confrontación para sumar mayorías electorales y es decisivo en dos sentidos: representativo, para conseguir la delegación de su voto y apoyo político, y de influencia (clientelar, estructural o discursiva), para modificar las ideas y posiciones políticas de esa base social para adecuarlas a su ideario. Es mucho más decisivo para las derechas, que parten de un refrendo menor (de quince puntos) respecto de las izquierdas, y deben ampliar su electorado en ese segmento por la doble vía contradictoria: hacerse pasar por centro derecha, es decir, por cierta moderación, o bien apostar por la polarización reaccionaria (trumpista) afín de transformar ese segmento en un mayor posicionamiento hacia la derecha mientras VOX intenta radicalizar el resto, la otra cuarta parte, hacia la ultraderecha.

Fuente: CIS. Barómetro de julio de 2021 y elaboración propia.
Fuente: CIS. Barómetro de julio de 2021 y elaboración propia.

Es el dilema del PP, particularmente de su dirección estatal, que bajo la presión de VOX, claramente favorable a la segunda opción autoritaria y ultraderechista, sigue la senda de la tensión política que parcialmente le ha dado resultados en el Madrid de la presidenta Ayuso, facilitado el 4M por la estrategia centrista y perdedora del olvidado candidato socialista Gabilondo y su aparato asesor, pero que es dudoso que se generalice su éxito en el conjunto del Estado.

Los electorados de izquierdas: lo común y lo complementario

Por último, en el gráfico sobre la autoubicación ideológica de los electorados de las tres fuerzas progresistas, detallo su distribución por cada uno de los segmentos de 1 (Izquierda) a 10 (Derecha). Varios rasgos hay que destacar.

Fuente: CIS. Barómetro de julio de 2021 y elaboración propia.
Fuente: CIS. Barómetro de julio de 2021 y elaboración propia.

Primero, las tres formaciones representan a un electorado muy mayoritario de izquierdas. Al PSOE le apoyan una media del 7% de los segmentos ideológicos de derechas, y a las dos fuerzas del cambio, apenas unas décimas. En el segmento de centro no llegan a sumar la cuarta parte, con una proporción significativa del PSOE y muy poca de las otras dos.

No obstante, hay que recordar que aun con esta escasa representatividad en este segmento de centro y dada la amplitud del electorado ideológicamente de izquierdas, el CIS daba una ventaja electoral cómoda a la suma de las tres fuerzas frente a las derechas. En ese sentido, ambas fuerzas del cambio, UP/ECP y MP/Comprom., representan casi en exclusiva a electorados definidos de izquierda, es decir, tienen bases sociales comunes y no son transversales desde el punto de vista ideológico de este eje.

Segundo, comparando el PSOE con la suma de ambas fuerzas del cambio, la representatividad socialista adquiere mucha ventaja en el segmento 4 (izquierda moderada) con una relación de tres a uno (45,6% / 12,5%) y, al contrario, en el segmento 2 (izquierda transformadora) las fuerzas del cambio (40,1%) sobrepasan ampliamente la representatividad socialista (32,6%), con una proporción intermedia en el segmento 3 (izquierda transformadora). Lo curioso, que ya se notaba en el estudio de las elecciones de 2019, es que entre la gente identificada como de izquierda radical (segmento 1), casi el 10% del total, la mayoría se inclina por el PSOE (36,5% / 29,5%). O sea, contra lo que pareciera por la imagen partidista respectiva, el Partido Socialista (el sanchismo) ha conseguido una fuerte representatividad en ese segmento, disputándole la mayoría de este a ambas fuerzas del cambio. Significa que esos distintos segmentos pueden convivir bajo el mismo paraguas partidista y que aparte de esta dimensión ideológica hay otras variables que explican el voto.

Dicho de otra forma, la disputa política entre los espacios del cambio y el socialista por conseguir su prevalencia se produce en los cuatro segmentos de las izquierdas, con mayor desventaja relativa para los primeros en el segmento 1 (izquierda radical) y el segmento 4 (izquierda moderada) y menor en los segmentos 2 y 3 (izquierda transformadora), y considerando que en el segmento 5 (centro) puede haber algunos reajustes, aunque se supone que la competencia se debería establecer entre todas ellos respecto de las derechas. Todo ello contando con la variable de la abstención, más amplia entre los sectores de izquierdas y, por tanto, del estímulo para su participación.

No hay que olvidar que en las recientes elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid, el PP de Ayuso, aparte del electorado de Cs, creció desde la abstención centrista, particularmente de jóvenes acomodados, y que el electorado socialista se redujo, sobre todo, en dirección a la abstención y a ambas fuerzas del cambio que incrementaron sus porcentajes con una superación nítida (24,2%) respecto de los del PSOE (16,9%).

Tercero, la relación entre los electorados de UP/ECP y MP-Comprom. muestra el rasgo común de su pertenencia a las izquierdas, más del 90% de sus respectivos electorados se definen así, complementado con un fuerte progresismo ecologista y feminista. Eso permite una alta compatibilidad ideológica de las bases sociales de ambas formaciones para conforman un espacio unitario, aunque haya un pequeño sesgo representativo: muy igualado entre la izquierda moderada, diferencia significativa en la izquierda transformadora y muy relevante en la izquierda radical.

Como decía antes, a pesar de cierto crecimiento de MP/Comprom. y relativo debilitamiento de UP/ECP, las diferencias de uno a tres son sustanciales, se mantienen y su traducción a escaños (según KEY DATA) sería de 6 a 21, con perjuicio para ambos yendo separados, y con la reducción institucional de los primeros, prácticamente, al ámbito de dos territorios, Madrid y País Valenciano. Esa división de candidaturas les penalizaría para las elecciones generales que es donde hay una mayor constricción para traducir los votos en escaños por la ley electoral, al menos en 46 provincias.

Por tanto, el reto que tienen ambos es cómo ensanchar el conjunto del espacio del cambio, diferenciado del Partido Socialista, al mismo tiempo que dar pasos en su colaboración para presentar una alternativa creíble y unitaria, particularmente, para las elecciones generales de 2023. A estos dos rasgos, compatibilidad y complementariedad de sus respectivas bases electorales y eficacia en su traducción parlamentaria, se añaden las dificultades y los beneficios de remontar las tensiones pasadas y articular sus respectivos perfiles políticos y legítimos intereses partidistas desde el respeto a la pluralidad, liderazgos compartidos y formas de entendimiento democráticas y cooperativas. Pero sobre ello habrá que volver con detenimiento.

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