Otras miradas

#FreeBritney, por fin. Misoginia en estado puro

Beatriz Gimeno

#FreeBritney, por fin. Misoginia en estado puro
Los defensores de Britney Spears asisten a una manifestación frente al Palacio de Justicia de Stanley Mosk en Los Ángeles, California, EEUU, 29 de septiembre de 2021. La jueza de Los Ángeles Brenda Penny destituyó temporalmente al padre de Britney Spears, Jamie, de la tutela. (Estados Unidos),- EFE/EPA/Caroline Brehman

Britney Spears, una cantante de pop, ídolo de adolescentes y millonaria puede que no sea la persona que imaginamos como víctima de la violencia machista institucional. No parece una de esas mujeres "locas" a las que la misoginia social ha encerrado y torturado por no ajustarse a lo que tiene que ser una buena mujer... ¿No lo parece? ¿Seguro?

A Britney le implantaron un DIU contra su voluntad e impedían que se lo quitara. A Britney la encerraban en centros psiquiátricos, le controlaban lo que comía, sus comunicaciones, todas; su dinero, sus amistades y sus novios... Su padre decidía todo por ella.  Decir "Free Britney" parecía casi una broma, algo propio de fans de la cantante, pero, en realidad, lo sepa ella o no, su situación ha sido muy parecida a la de muchísimas mujeres a lo largo de la historia que han sido atrapadas por un sistema que consideraba que las mujeres eran siempre menores de edad y debían, por tanto, ser tuteladas. ¿Hablamos en pasado? El caso de Britney Spears nos demuestra que esto sigue ocurriendo.

¿Qué le pasaba a Britney en realidad? Pues que, como muchas famosas y como muchos y muchas jóvenes, hacía "locuras". ¿Qué tipo de locuras? Nada excesivamente extraño, nada que no hagan otras mil y una famosas, ricas, caprichosas y millonarias o simplemente ligeramente histriónicos personajes del Show Bussines. Pero Britney tuvo la mala suerte de tener un padre que quería su dinero y también de ser madre joven. Sigue siendo escandalosamente fácil calificar a una mujer de loca, pero ¿cuándo se ha dicho de un actor/cantante/famoso que está loco por estar borracho, fuera de control, por insultar  a fotógrafos, por destrozar habitaciones, por tener una intensa vida sexual, por salir todas las noche? ¿Cuándo, por hacer cualquiera de esas cosas, a un hombre se le ha arrebatado su autonomía para entregarlo a un padre o (casi inimaginable) a la madre? Nunca. ¿Alguien pensó en declarar incapaz a Charlie Sheen (es un ejemplo) implantarle un anticonceptivo permanente, quitarle el derecho a manejar sus cuentas bancarias, espiar todas sus comunicaciones, internarle contra su voluntad en instituciones, prohibirle tener relaciones sexuales con quien quisiera y entregarle la custodia a su padre? Pues eso lo han hecho con Britney Spears porque era mujer y además era madre. Si todo lo que Britney hacía (lo mismo que Charlie, lo mismo que muchos y muchas) ya era fácilmente objeto de críticas feroces por parte de la prensa, hacer eso mismo siendo madre, lo hacía socialmente insoportable. Una madre no se emborracha, se enfrenta a los fotógrafos, tira los platos al suelo y, sobre todo, no tiene sexo con muchos hombres.

La justicia decidió que una mujer hecha y derecha y que ganaba su propio dinero no merecía ser dueña de sí porque hacía cosas que los hombres sí pueden hacer, le arrebató toda autonomía y se la entregó a su padre que la sometió a un estricto régimen de vigilancia y control que llegó al punto de  decidir si podía o no tener bebés, si podía o no casarse otra vez (como si se quiere casar quince), si podía o no ver a sus hijos y todo ello dependiendo de que moderara su actitud, es decir, dependiendo de que se comportara bien. Suponiendo que Britney padeciera una enfermedad mental, que no es en absoluto el caso, esta no le ha impedido trabajar todos estos años y seguir ganando dinero que iba directamente a los bolsillos de su padre. Si podía trabajar y ganar dinero, ¿cómo es posible que se decretase su completa incapacidad?


Britney era una estrella infantil (es decir "pura") que se hizo novia de otra estrella infantil, Justin Timberlake, ambos catalogados como "novio y novia de América", pero mientras que a la novia de América se le exigía que fuera fiel a su personaje e hiciera estrambóticas declaraciones sobre su virginidad en cada entrevista que le hacían, asegurando que pensaba conservarla hasta el matrimonio, a él, en cambio, lo que le preguntaban era si ya había conseguido "doblegar" a Britney. A él nadie le exigía llegar virgen al matrimonio. No voy a extenderme aquí en una historia muy larga y mal conocida, pero cuando ambos cantantes rompieron, se supo -más o menos- que ninguno de ellos era tan virgen como parecía (eran normales) y Justin Timberlake, cuya carrera en solitario no pintaba bien, utilizó a Britney y la ruptura para despegar: chico bueno traicionado por zorrona. Y a partir de aquí, ya lo sabemos: EEUU (y medio mundo) odia a Britney que, por otra parte, se hace completamente adulta y decide asumir su vida de cantante pop y... usa ropa sexy, besa a Madonna, se compra coches y hace locuras juveniles.

Y en medio, persecución por parte de los medios, matrimonio fallido, lucha por la custodia de sus hijos y la eterna imagen de chica mala e inestable que pone en peligro sus hijos porque es sexual. Pierde los nervios en varias ocasiones con los fotógrafos y, a raíz de ese momento, su padre consigue una tutela legal que era temporal, pero que se prolonga por 13 años y que se transforma en una auténtica cárcel con ella convertida en una menor de edad permanente por haber hecho... nada. Nada que no haga un cantante pop, nada que no pueda hacer un hombre sin consecuencia alguna.

Desde entonces, esta mujer de 40 años ha ganado millones de los que no puede disponer, se le ha puesto un DIU contra su voluntad... Se le han impuesto los horarios de trabajo que a su padre le parecen bien, no puede escoger a sus amigas, no puede comer lo que quiera ni salir donde quiera, no puede elegir dónde trabajar y puede sufrir castigos arbitrarios como encierros en centros psiquiátricos si se le ocurría, por ejemplo, protestar. Vivía con gente que ella no contrataba y todas sus comunicaciones estaban controladas. En fin, siglo XXI. ¿Alguien puede imaginar por un momento que esto hubiera podido ocurrirle a un hombre adulto? Parece que esto ya ha terminado pero ha durado 13 años. Trece años de tortura.  No caigamos en el error de pensar que estamos ante el caso estrambótico de una cantante enloquecida. Estamos ante un ejemplo más, de los que hay muchos en la historia, de que todavía nos pueden llamar locas y encerrar porque no nos ajustemos al estereotipo de mujer decente y obediente.


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