Otras miradas

El futuro de España se decide en València

Naiara Davó

Diputada de Unides Podem en les Corts

El futuro de España se decide en València
Ximo Puig, Mónica Oltra y Rubén Martínez Dalmau en les Corts.- EFE

Desde hace un año y medio, el País Valencià y el gobierno del Botànic se han convertido en una referencia política de España. La gestión de la pandemia, una de las más exitosas de todas las comunidades autónomas y la apuesta por un modelo que ha recuperado todas las privatizaciones del PP han sido la carta de presentación del gobierno del Botànic como vanguardia del cambio en España. Sin embargo, hay todavía algo más que ha terminado por encender las alarmas de la derecha: el liderazgo territorial de nuestro gobierno para reformar el sistema de financiación y presionar para un federalismo republicano.

Ximo Puig inició el curso político reuniéndose con Pere Aragonés, abriendo un nuevo canal de diálogo con Catalunya, roto desde hacía tres años. Después, se reunió con Juanma Moreno, presidente de Andalucía, para tratar la financiación autonómica. El País Valencià lleva tiempo trabajando para articular la plurinacionalidad de España, chocando de frente con las pretensiones centralistas del Madrid de Ayuso. No es casualidad que, cada jueves en la asamblea de Madrid, polarice contra el gobierno valenciano. Desde el pasado mayo de 2021, Ayuso ha situado a la Generalitat Valenciana como su antagonista. No es para menos, el futuro de España se decide en nuestro territorio, por eso todos los grandes partidos nacionales han celebrado sus congresos aquí, al igual que el encuentro de Yolanda Díaz con las lideresas del cambio en España.

El territorio valenciano es el cuarto más poblado de España, pero tiene una serie de particularidades que lo convierten en estratégico. La construcción de nuestra singularidad no dio paso a un nacionalismo como el catalán, el vasco o gallego, pero tampoco a una adhesión a España sin más. La identidad valenciana no se hizo contra España, sino que se hizo contra el centralismo y contra Castilla, en una reafirmación cultural, lingüística, de nuestras instituciones y con sentido político propio. Afirmación que fue instrumentalizada durante los años 90 por el Partido Popular para redirigirla contra Catalunya y subsumirla a Madrid a través del blaverisme. Este proyecto antivalenciano terminó fracasando porque nuestra tierra puede ser un territorio singular que se adhiere con bastante naturalidad a España, pero no a la España de la derecha rancia representada por el PP.

Existe un impulso republicano muy potente que ha trascendido a lo largo de los dos últimos siglos. Empezando en las elecciones municipales de 1871 donde los republicanos se hicieron con las alcaldías de Alicante, Castellón y Valencia. Continuó con el liderazgo de Blasco Ibáñez, primer gran referente del populismo republicano valenciano y se asentó en los años de la II República, convirtiendo incluso a València en capital de la España republicana en 1936.

Las huelgas en altos hornos de Sagunto, la resistencia antifranquista y la batalla de València en los 80 definieron este componente profundamente democrático del pueblo valenciano que, sin embargo, nunca se tradujo en un nuevo nacionalismo hegemónico. Tras los años oscuros de la fiesta corrupta y neoliberal del Partido Popular, la primavera valenciana de 2012 volvió a activar todo el recuerdo democrático tejiendo de nuevo el hilo republicano, que se expresó con toda su fuerza en 2015 con la conformación del primer Botànic.

La consolidación en 2019 del gobierno del cambio valenciano y el fin del procès catalán han posicionado al Botànic como punta de lanza de la nueva visión de España. El País Valencià puede adherir a España sin un conflicto identitario evidente, pero lo hace desde una mirada propia: republicana, federal y progresista. Es esta mirada, esta expresión de otra España, la que pone muy nerviosa a las derechas hasta el punto de centrar sus esfuerzos en intentar derribar al gobierno del Botànic: no quieren un liderazgo federalista que apunte a una reforma territorial profunda desde la periferia. No quieren que siga consolidándose la referencialidad y ejemplaridad valenciana.

La reafirmación y la reconstrucción del pueblo valenciano tras la primavera valenciana y los gobiernos del Botànic no sólo han supuesto un cambio en el rumbo político de nuestra tierra, sino que dibuja un cambio en el rumbo político de España. Valores como la pluralidad, la fraternidad republicana, la apertura e inclusión, y la defensa de los servicios públicos son valores constitutivos de esta identidad valenciana que ya se postula para liderar el vector plurinacional de España. Una visión que luego se concreta en cuestiones como el corredor mediterráneo, para conectar todo el este de España con Europa o, sobre todo, con la financiación autonómica y la descentralización pendiente para caminar hacia un federalismo constituyente.

El sentido del próximo ciclo político se va a decidir más que nunca en la terreta. Aquí nos vamos a jugar si España sigue empedrando un nuevo camino de derechos, fraternidad y plurinacionalidad o si bien se vuelve a replegar sobre si misma, volviendo al viejo centralismo al servicio de las elites madrileñas.

Más Noticias