Otras miradas

El juez que no amaba a las mujeres

Anita Botwin

El juez que no amaba a las mujeres
Imagen de Juana Rivas declarando ante el juez. EUROPA PRESS

Juana Rivas iba a pasar sus primeras navidades con sus hijos después de cinco años separada de ellos. Sin embargo, a un juez no le ha parecido oportuno y ha negado el indulto parcial que el Gobierno le había concedido.

Muchos se han alegrado por la noticia porque vete a saber tú por qué odian a Juana Rivas y lo que representa. La realidad es que odian a las feministas más concretamente, y el juez Piñar, que es quien le niega la libertad a Juana, ha dado buena muestra de ello en sus redes sociales.

Cabe preguntarse si a quienes con odio e inquina lanzan campañas en redes sociales contra el Gobierno y cia realmente les preocupa la seguridad de los niños de Juana Rivas y la de ella. Realmente lo dudo porque cuando aparecía la sentencia en la que se condenaba a su padre, Francesco Arcuri, ellos hacían mutis por el foro, es más la obviaban y silenciaban como todo lo que no es de su agrado. Y en esta cruzada ideológica, es conveniente señalar que quien ha negado dejar en libertad a Juana Rivas es el juez Manuel Piñar, de marcada ideología derechista y que en su cuenta de Facebook se dedicaba a lanzar todo tipo de improperios e insultos contra las feministas.

Este mismo juez ya rebajó en el pasado la indemnización de una accidentada "porque su cicatriz sólo se ve en situaciones íntimas" y cuando la mujer vestía traje de baño. Y añadió que  era leve el perjuicio estético para la afectada y que "la secuela podría ser un elemento de atracción física", insistiendo en que sobre gustos no hay nada escrito. Este tipo de mentalidad fetichista machista debería estar fuera de la judicatura, ya que lejos de acercarnos a una sociedad más justa, nos mantiene a las mujeres en un lugar en el que seguimos siendo objetos y no sujetos. Tal y como añadió María José López, abogada y miembro del Colectivo Independiente de Mujeres de Granada "un juez debe guiarse por criterios objetivos, y no por sus impulsos como macho".

Ahora, uno de los motivos por los que este juez derechista no ha querido dejar en libertad a Juana Rivas es porque asegura que la madre no ha mostrado arrepentimiento, algo que no es cierto, ya que sí lo mostró y públicamente ante la audiencia de un programa de La Sexta. "Creo que cometí un error. No lo volvería a hacer, solo quería proteger a mis hijos", dijo. Algo que creo, toda madre haría. Sin embargo, a Juana Rivas la condenan por sustraer a sus hijos y mantenerlos en cautiverio para protegerlos de su progenitor, y ahora también la condenan públicamente por no haber velado por su seguridad mientras sufrían esos supuestos abusos sexuales. La culpa siempre de ella, haga lo que haga, la culpa de ella y ya de paso de todas nosotras, las mujeres. La culpa en este caso es por ser, por existir.

Ese juez ha usado a Juana de cabeza de turco, como podría haber hecho con otra mujer cualquiera, para hacer política, algo que si no me equivoco suena bastante a prevaricar. Juana no importa, su caso no es más que un arma arrojadiza contra quienes creemos en una sociedad igualitaria y justa. Cabe imaginar que a este juez le importa un comino el estado de los hijos de Juana, ni siquiera se sabe qué ocurrió realmente con ese supuesto abuso sexual a uno de los menores, que la misma Guardia Civil archivó y la audiencia provincial de Granada sobreseyó. Y en caso contrario, que realmente algo tan horrible hubiera ocurrido, ¿por qué aparece a la luz ahora justo después del indulto de Juana?, ¿por qué no hemos conocido esos supuestos hechos durante todo este tiempo?, ¿es que daban igual?

De cómo hacer que la víctima sea verdugo sabemos bastante las mujeres. La historia y quienes la escriben nos han descrito como eternas malvadas, a pesar de ser muchas veces víctimas. Siempre me viene a la mente la víctima de La Manada y como la justicia patriarcal y sus secuaces intentaron darle la vuelta a la tortilla y ponerla en el punto de mira para culpabilizarla después de haber sufrido una violación múltiple. Y la culpa no era mía ni dónde estaba ni como vestía...

Pero no quiero caer en los mismos errores y horrores que ensombrecen este caso. Si los médicos y psicólogas vieron indicios de abuso es preciso que lo tengamos en cuenta y que el entorno más cercano a los niños vele por ellos, sabiendo que este tipo de abusos suelen darse también en familias estructuradas sin aparentemente problemas de convivencia. Y que cuando esto ocurre a quien hay que perseguir es al pederasta, no a las madres o padres que ya bastante tienen con sufrir un calvario así. No entiendo que se culpe a Juana de algo que presuntamente pasó a su hijo y no se busque activamente al responsable de esos supuestos abusos. Ese debería ser en todo caso el foco del asunto y no una mujer que el único error que cometió fue precisamente querer proteger a sus hijos.

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