Otras miradas

Los peores días

Ana Bernal Triviño

Los peores días
Una joven en una protesta contra la violencia machista en Madrid. Imagen de archivo.- JAIRO VARGAS

Estamos a dos días de Nochebuena y se han juntado dos situaciones de riesgo: la pandemia de la covid y la Navidad frente a la violencia de género. Al igual que las vacaciones de verano, las navidades forman otro escenario de terror para las mujeres que sufren esta violencia. Para ellas, el mes de diciembre está lejos de la imagen de amor, cariño y humanidad que se reclama en estas fechas. Estos días ellas afrontan una de las etapas más delicadas del año.

Quién no conoce las discusiones de Navidad, las conversaciones de tensión sobre con quién pasar la Nochebuena o la Navidad, el cómo pasarlas, dónde ir. Pues multipliquen estas discusiones en una casa, o fuera de ella, donde exista violencia de género. Porque lo que pueden ser discusiones y conflictos normales de cese de una convivencia, aquí se usan para seguir ejerciendo daño y control. 

Cuando el maltratador quiere ejercer violencia le vale cualquier excusa: que haya luces de Navidad en casa o no haya, que aparezca o no el niño Jesús en la maleta donde se guardó el portal de Belén, que con tu madre no quiero pasar la Nochebuena, que si has mirado los regalos del niño, el enfado porque no ha tocado la lotería de Navidad, que aún no te aclaras con la cena, que quién se ocupa del niño sin el colegio... Todo vale para una bronca.

Todo vale también para seguir con la violencia psicológica. Es el momento donde más oportunidades surgen para lanzar comentarios denigrantes sobre ella, ante cualquier situación para minar si autoestima: decir en público "mira que estás seria en Navidad" (cuando justo hace unos minutos, en privado, te ha hecho un daño terrible) o el "mira que eres torpe, que no sabes ni cocinar en Nochebuena". 

Todo esto que describo no son situaciones inventadas, son reales. Me las han contado maltratadas y mujeres en casas de acogida. Y luego está el régimen de visitas. Recuerden que muchas madres escapan de la violencia psicológica a través de la separación, sin denuncia. Y aún explicando que esa violencia existe, no se tiene en cuenta en los regímenes de visita. Estos días tienen que afrontar con ellos el reparto de días, el ver cómo muchos intentan disfrazarse este periodo de buenos padres, cuando el resto del año les manipulan, o les buscan el regalo perfecto para intentar camuflar su cadena de errores y ganar su confianza.

No es casual que estos días haya habido tres asesinatos machistas. Tampoco que la sociedad pase de largo, porque nuestras muertes son un número más que parece no merecer atención. Y a esto le sumas una pandemia, una atención primaria que no te puede atender desbordada por la Covid, cuando es una vía de entrada para identificar los malos tratos en consulta en muchas ocasiones. Pero hay más, imaginen que él o ella o el menor contraen la enfermedad y, además, les toca confinarse. Ya está la tensión servida. Y además, el añadido del teléfono de atención primaria saturado en el que ya no te responden, el no poderte hacer la PCR y decenas de circunstancias que si la enfermedad roza en esa situación es un factor estresante más. Situaciones evitables si se apostara de verdad por la prevención. La violencia de género, si se invirtiera a largo plazo en educación y servicios preventivos. La covid, con rastreos, test y reforzando la atención primaria. Y las dos cosas sabemos que son así, y no se hace lo suficiente.

No serán unos días fáciles. Muchas mujeres estarán deseando que pasen lo antes posible. Y muchas de ellas miraran fotos antiguas de Navidades donde sí eran  felices. Y ojalá ese gesto les sirva para saber que si algún día lo fueron, pueden volver a serlo y salir de ahí.  Sería el mejor regalo de Navidad que podría hacerse a sí mismas para el resto de su vida.

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