Otras miradas

No habrá nietos en el capitalismo

Gloria Santiago

Diputada de Unidas Podemos en el Parlamento balear y Vicepresidenta primera de la cámara

Bebés recién nacidos en sus cunas.
Bebés recién nacidos en sus cunas.

Al desastre económico y social que ha desatado la pandemia se ha añadido el caos que provocó la crisis de 2008 y eso tiene repercusión demográfica. Según las últimas estimaciones del INE, la natalidad ha bajado en 2021 casi un punto respecto a 2020. Hablamos de la menor cifra de natalidad desde que comenzaron sus registros, en 1941. La tendencia de natalidad no es esperanzadora porque con este sistema socioeconómico, el futuro tampoco lo es.

Tener un hijo es hoy día una elección que cuenta con muchos factores en contra. El presente amargo que vivimos nos hace alejarnos de esa idea. La búsqueda del beneficio empresarial a costa de precarizar la vida de las mayorías hace que, hoy en día, ser madre o padre sea un privilegio. No habrá aumento demográfico si la gente no tiene sus condiciones materiales cubiertas y eso, en este sistema capitalista desatado, es cada día más difícil.

Estructuralmente, nada está programado para el cuidado de la vida ni de los recursos naturales, los dos únicos elementos necesarios para el mantenimiento de la vida y su desarrollo. Todas las decisiones, desde lo público a lo privado, están invadidas por lógicas capitalistas y patriarcales que rompen el contrato social en pro del beneficio empresarial.

Pasar del egologismo al ecologismo es difícil pero posible. Para empezar, hay que abandonar este sistema de valores obsoleto orientado a la producción en masa mediante la extracción indiscriminada de recursos naturales. La amenaza de nuevas pandemias por la pérdida de biodiversidad tiene consenso en la comunidad científica. Es difícil pensar en concebir nuevas vidas en un planeta tan enfermo.

El feminismo ha liberado a la crianza como un asunto exclusivo de las madres, pero por lo general, ellos siguen delegando en nosotras demasiadas cargas. Las estadísticas dicen que somos las que más dejamos nuestra carrera profesional para cuidar. Ya no estamos dispuestas a asumir que nuestra vida se acabe cuando empiece la de nuestros hijos. En ese sentido, el Ministerio de Igualdad ha propuesto el Plan Corresponsales para concienciar del obligatorio reparto de los cuidados. Pero el problema es de raíz: el patriarcado manda.

Unidas Podemos trajo la primera buena noticia para los derechos laborales de los últimos 40 años: la reforma laboral. Las mujeres y los jóvenes serán los más beneficiados con esta reforma; pero el sistema laboral ha esclavizado a las grandes mayorías de este país. Es imposible plantearse ser madre cuando el tiempo libre y un sueldo decente pesa muy poco en las negociaciones.

Por otro lado, el trabajo invisible de las mujeres sigue sin tener cabida en la economía de los beneficios empresariales. Un trabajo que es, precisamente, posibilitador del desarrollo económico porque son ellas quienes cuidan de la fuerza del trabajo. Ellas son, irónicamente, las que sostienen todo este sistema.

De la precariedad y la incertidumbre se salva cada vez menos gente. No es que no queramos ser madres, es que no estamos dispuestas a que nuestros hijos vivan en un mundo estructuralmente injusto. La tendencia de natalidad es muy a la baja, habrá escasez de nietos y nietas porque las millenials no podrán permitirse ese lujo (para tristeza de mi madre). Tengamos presente que si la demografía no aumenta, nos abocamos a una población envejecida, enferma, y a un sistema sanitario y de pensiones que no podrá hacer frente a la demanda.

Ya sabemos que, cuando hablamos de grandes transformaciones, el PSOE actúa de rémora y no de aliado, por eso Unidas Podemos está solo en el gobierno tratando de hacer palanca. Las medidas sociolaborales de Unidas Podemos son una apuesta por el bienestar general sin precedentes; pero no es la desigualdad lo que hay que arreglar, sino el propio sistema. El cambio no será fácil, ni rápido ni rotundo; pero tendrá que ir girándose hacia el cuidado y la pausa, la manera de entender el mundo. El capitalismo no va a tratar bien a nuestros hijos e hijas; pero si el sistema cambia, entonces podremos regalarles una vida que merezca la pena ser vivida.

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