Otras miradas

Querido bisabuelo, sé quien eres

Anita Botwin

Querido bisabuelo, sé quien eres
Acto en la Sala Mirador con el actor Juan Diego Botto;
Emilio Silva, fundador de la ARMH; Olga Rodríguez, periodista y familiar de un desaparecido en la fosa de Villadangos;
Pilar González, familiar de un desaparecido en la fosa de Villadangos y Emilio Prida, familiar de un desaparecido en la fosa de Villadangos.- YOUTUBE

"Lo contrario del olvido no es la memoria, sino la verdad". Juan Gelman

María Jamardo, periodista de El Debate, decía "hay que recordar que en aquel momento de socialismo, de partido comunista tenían el apoyo de Stalin, entonces ni el que bombardeaba era tan malo ni los bombardeados eran tan buenos tampoco". Se refería al bombardeo de Gernika, donde la Legión Cóndor asesinó a, como mínimo, 126 personas identificadas.

Estas palabras no son producto del azar, tal y como cuenta la periodista Olga Rodríguez, sino que "son consecuencia de una falta de enseñanza de cultura de derechos humanos, de un relato oficial equidistante y de una escasez de políticas que garanticen memoria histórica y democrática en todos los recovecos del país".

Se ha normalizado demasiado el relato de la extrema derecha hasta tal punto que cuesta encontrar en televisión narrativas que huyan de ese blanqueamiento y sean críticas. Situar en el mismo nivel a la víctima y al verdugo es algo que está ocurriendo con demasiada frecuencia en nuestro país. Banalizar los crímenes del franquismo, quitar placas de poetas asesinados, negar que a Lorca le mataron y decir que murió, eliminar nombres de calles, monumentos, vandalizarlos... Todo esto es fruto de la falta de cultura política que hay en este país, de la falta de memoria y de justicia.

Este miércoles tuvo lugar un acto en la Sala Mirador de Madrid en el que familiares de asesinados en Villadangos del Páramo (León) relataron su experiencia a la hora de intentar encontrar a sus desaparecidos. Me cuesta escribir estas palabras porque aún tengo las emociones a flor de piel, tras tantos testimonios de personas que se abrieron en canal para contarnos su pasado, que es el presente de todos, por mucho que se quiera esconder bajo tierra.

La periodista Olga Rodríguez es una de los familiares que busca en Villadangos del Páramo los restos de su bisabuelo, uno de los fusilados en el monte del pueblo en 1936 cuyos restos fueron sepultados en la fosa. Según la documentación existente, tal y como relata la periodista, entre septiembre y noviembre de 1936 fueron fusiladas en ese lugar al menos 85 personas, muchas procedentes del campo de concentración de San Marcos. Tras el éxito del golpe de Estado franquista, "los sacaron casa por casa y los mataron como a conejos", le contaba un señor Villadangos a Olga. Uno de ellos fue Santos Francisco, su bisabuelo, herrador de profesión.

El asesinato de estas personas trastocó la historia familiar de la periodista y la condicionó en el plano económico, sociológico y emocional. Otras historias fueron trastocadas a través del silencio, porque hablar de lo ocurrido era demasiado duro de revivir, y en muchos otros casos se hizo por el miedo y por proteger a los que aún seguían vivos.

Por su parte, Emilio Silva, presidente de la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica, pedía al Estado que se responsabilizara de estas desapariciones porque "no puede ser que decida subvencionar exhumaciones". "Es una aberración en materia de derechos humanos, no puedes hacer competir a las familias para alcanzar recursos públicos para que unos presenten mejores proyectos que otros y se excluyan unos a otros", afirmó. El Estado carece de una política hacia las víctimas y se necesita celeridad en los procesos para evitar el desamparo de las víctimas, como ocurrió en Villadangos, donde una votación vecinal celebrada el pasado verano denegó el permiso de búsqueda.

Los familiares nos contaron el duro proceso de poder intentar encontrar a sus familiares. Entre otras trabas, se encontraron con que en los años 90 habían construido nichos encima de la fosa en la que se encuentran los restos, por lo que la posibilidad se redujo mucho a la hora de poder encontrarles.

Sin embargo, las familias no se rindieron ante los obstáculos de unos y de otros y fueron a buscar su pasado para reencontrarse con sus identidades y hacer un acto de reparación y denunciaron que las instituciones no están facilitando la tarea, a pesar de que Naciones Unidas y varias organizaciones de Derechos Humanos han pedido que cumplamos con los parámetros de Naciones Unidas, que son verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. De momento, no ha habido voluntad política para hacerlo y eso, como dice Rodríguez, explica nuestro presente.

El lema de estas familias, que ya son entre ellas una gran familia por la cantidad de historias tejidas entre sí, era exhumar  "aunque no encontremos nada". Porque aunque no tuvieron certezas de poder encontrar los restos de los suyos, tenían que intentarlo. Y encontraron algo: los restos de diez cuerpos de los más de 70 asesinados y desaparecidos.

La periodista nos ha regalado una lección de dignidad  porque para romper el silencio y extraer la verdad hay que romper la tierra. Es ahí  donde se inicia una gran conversación. Esa conversación en la que el miércoles nos hicieron partícipes a nosotros y a toda la sociedad para intentar construir ese mundo nuevo que intentaron nuestros antepasados.

En los días de la exhumación en Villadangos del Páramo había un libro de visitas para los familiares, amigos, asociaciones que fueron allí. En el libro podía leerse el mensaje de una niña de 12 años: "Querido bisabuelo, sé quien eres".

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