Otras miradas

Mauthausen 2022: crónica de un viaje

Rosa Toran

Historiadora. Amical de Mauthausen y otros campos

Vista general del campo de concentración nazi de Mauthausen EFE/EPA/CHRISTIAN BRUNA/Archivo
Vista general del campo de concentración nazi de Mauthausen EFE/EPA/CHRISTIAN BRUNA/Archivo

Una vez más, con el obligado paréntesis de dos años, hemos viajado a Mauthausen. Cuatro jornadas intensas, del 13 al 16 de mayo, durante las cuales nuestra huella quedó grabada en los distintos escenarios de esclavitud y muerte: en el castillo de Hartheim, uno de los seis centros de "eutanasia" que se cobró la vida de casi 40.000 personas, entre ellos 440 republicanos; en la estación de Mauthausen, donde descendieron de los convoyes los deportados con destino al campo central; en los aledaños de la casa de Anna Pointner, la granjera que arriesgó su vida para salvaguardar las pruebas fotográficas de los crímenes; en los túneles de Ebensee, cuya oscuridad acompañó a los deportados día y noche; en Gusen, el cementerio de los españoles, último eslabón del sufrimiento; en el campo central de Mauthausen, con sus barracones infectos, sus instalaciones de muerte y los peldaños de la escalera de la cantera, regados con sangre de los hombres convertidos en esclavos; en el monumento dedicado a los judíos asesinados en el campo; y en Steyr, el comando donde la industria bélica alemana se benefició de los sin nombre.

Lo que viene siendo habitual en los viajes conmemorativos de la liberación desde muchos años atrás, en la comitiva representante de los republicanos españoles tomó cuerpo la voluntad de aunar memoria y compromiso, conceptos encarnados con múltiples presencias, familiares de los deportados, jóvenes, amigos y representantes institucionales. Y fueron, en esta ocasión, los familiares, hijos, nietos y sobrinos, los que dieron nombre a los suyos y junto a ellos rescataron las memorias de aquellos miles de compañeros, la memoria de los sin nombre. No podía haber más genuina encarnación de la voluntad de salvar el pasado del olvido.

Tomemos prestado el título de una obra del escritor y filósofo Reyes Mate La razón de los vencidos, aquellos a los que se privó de su dignidad de sujetos. En nuestro país, la presencia del éxito de los vencedores durante décadas no ha conseguido enterrar la historia de los vencidos, hombres y mujeres con un pasado común, el de pioneros en la lucha contra el fascismo, encarnada en la guerra desatada por los generales felones contra el legítimo régimen republicano y en la contribución a la lucha contra el ocupante nazi en otras geografías.

Captar sus historias, fortalecer su memoria, con sentido pedagógico y reivindicativo, divulgar y trasladar los acontecimientos del pasado a la esfera pública, porque tal como nos enseñó Walter Benjamin, la voluntad de asumir la memoria de los olvidados es una opción política y una decisión ética, porque a las víctimas directas, hay que sumar el entorno familiar y amistoso y las carencias culturales y políticas en todos los países. En efecto, la lucha no admite tregua, si otorgamos a los campos de concentración y exterminio su condición de final de un proceso gradual que desde la segregación y la exclusión desembocó en la esclavitud y el exterminio. En ellos murieron no solamente millones de personas, sino que murió la humanidad.

Los victimarios pretendieron no dejar rastro para la memoria, pero fracasaron, a pesar de los reiterados e indignos intentos relativistas e incluso negacionistas, y año tras año, en Mauthausen y otros campos, conmemoramos y fortalecemos la memoria. Las esperanzas pérdidas de la generación republicana, la que construyó sus sueños en pro de la igualdad, la libertad y la justicia social, merecen que en nuestro tiempo evitemos lo que pasó ayer y realicemos lo que faltó ayer. Nuestra huella en los recorridos por el universo concentracionario debe combinar la emoción con la reflexión, tal como sucedió en la propia estación de Mauthausen, en el mismo núcleo urbano y último pueblo cuyo nombre aprendieron por primera y última vez los deportados, o en Ebensee, donde los niños se solazaban en el parque infantil ubicado en suelo del siniestro recinto.

Luces, en una conmemoración internacional e internacionalista, pero ensombrecidas por el reguero de la actual guerra en Europa. Como es habitual, coronas de flores de países diversos cubrieron el monumento a los republicanos y la complicidad con los compañeros franceses se mostró una vez más, cuando, al son de la Marsellesa o del Himno de Riego, nuestras voces se unieron, en un aniversario muy especial. Unos lazos tejidos en los combates en suelo español o francés y en el propio campo, cuya solidez llega hasta nuestros días y que no deja de deparar sorpresas, como ha sido el canto de "El paso del Ebro" por un grupo de estudiantes de Angulema, la ciudad de donde partió el convoy que tuvo la trágica peculiaridad de ser el primero que desde el occidente europeo trasportó población civil, 927 hombres, mujeres y niños españoles, a Mauthausen.

Son ya 60 los años transcurridos desde la inauguración del monumento republicano, en suelo francés, prueba irrefutable del abandono de nuestras víctimas por la ignominiosa dictadura, y del empeño de franceses, españoles, de ambos lados de la frontera, y de antiguos brigadistas internacionales en alzar las cinco columnas que rebosan de flores y banderas, a la par que el proceso para su erección e inauguración impulsó, al poco tiempo, en el mes de noviembre, la fundación de la Amical de Mauthausen y otros campos en Barcelona, condenada a la clandestinidad pero imbatible en su empeño, tal como se manifestó en el nutrido viaje conmemorativo de 1965 a Mauthausen y a Gusen, durante el cual se enarboló por primera vez el estandarte bordado por las viudas de los deportados, enseña que sigue presidiendo los desfiles anuales en la appellpaltz.

Pero, indaguemos en las sombras. La ausencia por primera vez de supervivientes, a los que su reloj biológico ha llegado al final o les ha impedido un largo viaje, ha ido acompañada de la falta de representantes oficiales de los gobiernos ruso y bielorruso en los diversos actos y especialmente en el desfile, siempre presentes con una representación numerosa y majestuosa. La guerra que ha enturbiado la celebración de los 77 años de la liberación, motivó, el pasado 28 de febrero, el Llamamiento de Ucrania de los miembros de los comités nacionales e internacionales de los antiguos campos de concentración y exterminio nazis de Auschwitz, Buchenwald-Dora, Dachau, Flossenbürg, Mauthausen, Natzweiler-Struthof, Neuengamme, Ravensbrück y Sachsenhausen. Sería largo de reproducir la lista de todos los firmantes, pero destacamos, en lo que concierne a Mauthausen, la del esloveno Dusan Stefancic, presidente honorario del Comité Internacional de Mauthausen (CIM) y deportado a Mauthausen, la de Guy Dockendorf, presidente del CIM, y la de todos los miembros de la junta de la Amical de Mauthausen y otros campos de España.

El manifiesto encabezado y concluido con la frase ¡Detengan esta guerra inmediatamente! recuerda a rusos y ucranianos, combatientes unidos en la lucha común contra el agresor nazi como ciudadanos de la Unión Soviética, y afirma que la historia común y los vínculos humanos forjados por la historia no deben detenerse en las fronteras nacionales, a la vez que denuncia el uso de las palabras desnazificación y genocidio para justificar el ataque a Ucrania, por el peso de la tragedia que encubren.

Por la memoria de las víctimas de los campos de exterminio y concentración nazis, se vuelve insoportable la perspectiva de volver a tiempos trágicos y de transgredir de forma radical el Juramento de Mauthausen, el ¡Nunca Más!, pronunciado el día 16 de mayo en la appellplatz, justamente cuando abandonaban el campo los prisioneros soviéticos, rusos y ucranianos, después de que la libertad reconquistada se considerase un bien común de todos los pueblos.

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