Otras miradas

La inflación son los márgenes

Segundo González

Economista. Ex diputado en el Congreso

El fundador y primer accionista de Inditex. Amancio Ortega. AFP/ Miguel Riopa
El fundador y primer accionista de Inditex. Amancio Ortega. AFP/ Miguel Riopa

Los datos sobre beneficios empresariales publicados recientemente por el Banco de España muestran cómo durante 2022 los resultados netos de las grandes empresas se incrementaron en 91,3% mientras que los salarios en convenio crecieron el 2,78%. Esto se produjo en un contexto de elevada inflación producida fundamentalmente por una concatenación de shocks de oferta derivados de la pandemia y la guerra en Ucrania.

El año pasado, cuando la inflación llegaba al 10% se introdujo en nuestro país un viejo concepto rescatado de los Pactos de Moncloa de 1977, "el pacto de rentas". Este pacto consistiría en una contención de salarios y beneficios acordados por los agentes sociales con el objetivo de evitar una espiral inflacionaria. La patronal hizo poco caso de esta propuesta, manteniendo un status quo que les beneficia ante la debilidad relativa de los sindicatos, aplicando así "el pacto que les renta" en lugar del pacto de rentas.

La inflación empezó a contenerse cuando los shocks de oferta comenzaron a aflojar, sin que las agresivas subias tipos de interés tuvieran responsabilidad. Sin embargo, mientras los precios de las materias primas se desplomaron en los últimos meses empujando hacia abajo el IPC, la inflación subyacente -aquella que excluye la energía- ha seguido aumentando. Esta situación ha puesto todos los focos en los márgenes empresariales para explicar esta inflación pegajosa

Durante este tiempo, mientras los economistas neoliberales aplaudían la mayor subida de los tipos de interés desde los años 80 como respuesta a una inflación que, especialmente en Europa, nada tiene que ver con la demanda, algunos economistas keynesianos y postkeynesianos alertaban de que este endurecimiento monetario no iba a servir para contener este tipo de inflación a no ser que fuera causando una recesión en la que el remedio podría ser peor que la enfermedad.

Entre estos economistas críticos destaca Isabella Weber, que ha realizado un estudio sobre el proceso inflacionario que hemos vivido entre 2021 y 2022 utilizando tablas input-output para analizar aquellos sectores sistémicos susceptibles de desencadenar procesos inflacionarios en toda la economía si se ven impactados por restricciones como las de estos años.  Las conclusiones de esta economista apuntan a que aunque el alza inicial de los precios se produce en un primer momento por un impacto externo en las materias primas o en la cadena de suministro, después este impacto se enquista y se amplifica al resto de la economía debido a que las empresas aprovechan el contexto para incrementar los márgenes de beneficio, pudiendo dar lugar a una espiral inflacionaria.

Si bien es posible que la subida de tipos de interés termine haciendo mella y acabe conteniendo este ciclo inflacionario por la vía de provocar una crisis de mayor o menor envergadura que puede estar empezando asomar ya con las caídas de Silicon Valley Bank y Credit Suisse, hay muchos indicios que apuntan a que los shocks de precios como los que estamos viviendo han venido para quedarse.

Vivimos una época plagada de conflictos, donde la normalidad está determinada por procesos que pueden tener impactos recurrentes sobre las cadenas de suministro como son las tensiones geopolíticas, la emergencia climática y fenómenos relacionados con ella como fue la pandemia del Covid. Por lo tanto, es bastante probable que el proceso inflacionario que hemos vivido estos años nunca se termine de ir del todo y que los precios se vean sometidos a nuevos shocks recurrentes en un futuro próximo.

Ante este panorama cabe extraer dos conclusiones para la movilización. La primera, que los gobiernos tienen que desplegar nuevas herramientas para luchar contra una inflación que no es monetaria y no se resuelve subiendo los tipos de interés, poniendo en marcha medidas como las que ya se han utilizado para contener el precio del gas y que deberían adaptarse a otros sectores como la alimentación. La segunda, que para evitar que estos procesos inflacionarios supongan pérdidas de poder adquisitivo a los trabajadores es importante que los sindicatos recuperen un poder de negociación que se acerque al  que tenían en los años 70 y 80 para luchar por un pacto que nos rente a la mayoría.

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