Otras miradas

El 'error' de Bustos, la cultura woke y el David de Miguel Ángel

Nagua Alba

Psicóloga. Ex diputada en el Congreso

El 'error' de Bustos, la cultura woke y el David de Miguel Ángel
El David de Miguel Ángel, durante las labores de restauración. EFE

Hace unos días, trascendió la noticia de que Hope Carasquilla, profesora de sexto grado en un colegio de Tallahassee, Florida, se había visto obligada a presentar su dimisión por mostrar a sus estudiantes una foto del 'David' de Miguel Ángel. Según las familias del alumnado, éstas debían haber sido advertidas de que sus criaturas iban a ver una imagen que "incitaba a la pornografía", considerando que mostrarla era una forma de "adoctrinamiento woke". La noticia se difundió a tal nivel que la directora de la Galería de la Academia de Florencia, donde se aloja la escultura, decidió premiar a la docente, que será invitada a la ciudad y recibida por el mismísimo alcalde como forma de reconocimiento a su labor educativa.

Sinceramente, lo sucedido es del todo confuso. Resulta llamativo que el "adoctrinamiento woke" se haya usado como excusa para justificar la censura de una obra de arte, siendo precisamente la lucha contra la censura el argumento de quienes acuñaron el término woke de forma despectiva para aludir a cierta izquierda. Según aquellos que denuncian el movimiento woke, las personas que lo conforman persiguen censurar mediante la llamada "cultura de la cancelación" todo lo que no se ajusta a sus políticas identitarias. Es decir, luchar contra lo woke sería una forma de defensa de la libertad y de oposición a la censura. Por lo que solo podemos concluir que estas familias tienen una tremenda maraña mental: despiden a una profesora por mostrar una obra que quieren censurar acusándola de ser cómplice de una cultura a la que se oponen por censora (ayuda, me explota la cabeza).

Otra víctima de este embrollo lógico ha sido el periodista Jorge Bustos. En una ostentación de increíble confusión, Bustos compartió la noticia de que la ciudad de Florencia premiaría a la profesora con la siguiente (y sesuda) reflexión: "Renacimiento 2 – Woke 1". Fueron muchas las personas que amablemente le señalaron su coladura (instigados por el cómico Facu Díaz, al que nunca podremos agradecer lo suficiente los pequeños momentos de felicidad tuitera que nos regala a diario) sin mucho éxito. Habría que explicarle al subdirector de El Mundo (porque vamos a hacer un ejercicio de fe y pensar que no trataba de extender un bulo, sino que simplemente no entendió la información publicada en su propio periódico) que la supuesta woke es la profesora premiada y que, además, el Estado de Florida, gobernado por el derechista Ron DeSantis, es de todo menos renacentista. Probablemente, Hope Carasquilla explica(ba) a sus estudiantes que el Renacimiento fue una etapa de apertura, innovación y ruptura de la rigidez y las imposiciones medievales, es decir (esto lo añado yo), todo lo contrario del régimen ultraconservador floridano en el que se han aprobado varias normas por las que se prohíbe hablar de determinados temas (identidad de género, sexualidad, racismo sistémico y varias formas de vulneración de derechos que obviamente no afectan a su gobernador) en las escuelas, se equipara desnudez a pornografía, se compran bebés con todas las facilidades que el mercado puede ofrecer y los tiroteos en escuelas están a la orden del día. Desgraciadamente, Carasquilla ya no tiene un aula a la que explicar qué fue el Renacimiento.

Pero salgamos de lo anecdótico y volvamos a lo central de esta historia. Y es que lo sucedido nos enfrenta a dos problemas cruciales: el de la censura de determinados contenidos y el de la falta de comprensión lectora de Jorge Bustos. Afortunadamente, ambos tienen la misma solución: la educación. La educación es la respuesta a todo lo que nos ocupa en este caso: educación como forma de enseñar a esas vetustas familias norteamericanas que no todo pene al aire es pornografía y que sus retoños no van a encaminarse por el sendero de la perdición (sea lo que sea eso) por ver una escultura de hace 500 años; educación para aprender que la censura jamás será el camino, que la mejor forma de madurar como sociedad democrática es construir mentes con capacidad crítica y valores que les permitan entender lo que ven y lo que leen, explorar el mundo con libertad y no tragar con vulneraciones de los derechos humanos (y ser conscientes, a veces, de que sus padres son unos cazurros); educación, en efecto, para que el pobre Jorge Bustos entienda la próxima noticia que lea y deje de hacer el ridículo.

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