Otra vuelta de tuerka

Si la FAES me pagara un sueldo

Si la FAES me pagara un sueldo

Si yo trabajara a sueldo de la Fundación FAES quizá recomendara a Mariano Rajoy la lectura del clásico de Max Weber "La política como vocación". Una primera lectura de las enseñanzas del alemán no solo serviría a nuestro silencioso registrador para ganar puntos ante la inflexible Merkel; también podría brindarle alguna que otra justificación teórica a sus impopulares políticas.

En el escrito señalado se distingue entre la "ética de la convicción de principios" y la "ética de la responsabilidad". Weber identificaba la primera con el romanticismo de la izquierda, incapaz de asumir la práctica real del gobierno y la violencia como elemento inherente a la política.

Una vez que a nuestro Mariano se le hubiesen consumido unos cuantos puros leyendo a Weber, podría llamar a Soraya Sáenz de Santamaría e instarle a redefinir la política comunicativa del gobierno ¿Para qué seguir leyendo La Gaceta pudiendo leer a Max Weber? Podría incluso seguir el consejo del grupo PRISA y llamar a Rubalcaba para invitarle a participar en el "gobierno de la responsabilidad". Habría que decir que los desahucios exprés, que desvalijar el Fondo de Garantía de Depósitos para rescatar los bancos, que el regateo de los cuatrocientos euros, que las mentiras respecto a los rescates que no son rescates o que el ático con jacuzzi y pista de pádel de De Guindos, no son más que las consecuencias necesarias de un gobierno éticamente comprometido con la responsabilidad. Habría que decir también que las motivaciones de todos aquellos que dicen que las familias deben tener prioridad sobre los bancos, que la propiedad debe subordinarse al interés general o que la protesta es lo único que les queda a los ciudadanos cuando les arrebatan sus derechos, no son más que expresiones de la ingenua ética de los principios de los que nunca serán capaces de asumir responsabilidades de gobierno.

Pero como, de momento, FAES no me paga, voy a señalar dos problemas de este planteamiento que habrán de volverse contra nuestro estudioso presidente.

En primer lugar, si Don Mariano se encendiese otro puro y siguiera leyendo el texto de Weber, vería que el gran científico social conservador acaba reconociendo que la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad "se complementan la una a la otra, y solamente combinadas producen el auténtico ser humano capacitado para tener vocación política". Quiere esto decir que para hacer política y asumir que, a veces, deben tomarse decisiones dolorosas, hay que partir de ciertos principios ¿Y qué es tener principios? Básicamente decidir con quien se está y a quien se defiende y favorece. Es en este punto donde Don Mariano tendría difícil explicar que el sufrimiento que provocan las medidas de su gobierno favorece a las mayorías. Que en España, al tiempo que aumenta el consumo de bienes de lujo y Amancio Ortega se convierte en campeón mundial de multimillonarios, las condiciones de vida y los derechos sociales de la mayoría se degraden, es el mejor ejemplo del principio que informa la ética del gobierno del PP: favorecer a los privilegiados y desempoderar a las mayorías.

En segundo lugar, el decisionismo que reivindica Weber, la voluntad de acción y de poder, no tiene por qué ser una característica exclusiva de la derecha. ¿Qué es lo que diferencia a la izquierda de la derecha? Sus principios, esto es, a quien defienden.

A día de hoy un gobierno que asumiese la defensa de las mayorías como ética de la responsabilidad generaría, sin duda, un enorme sufrimiento. Muchos banqueros, ejecutivos, especuladores y defraudadores al fisco tendrían que ir a la cárcel. Quizá los que conducen un coche de alta gama tendrían que dejar de hacerlo y tal vez las tiendas de Loewe habrían de cerrar. Es probable que las industrias estratégicas pasaran a control público, que los acreedores de la deuda de nuestro país fueran sometidos a una investigación para determinar qué porcentaje de esa deuda es ilegítima y que los bancos se vieran obligados a condonar o renegociar la deuda de las familias amenazadas por los desahucios. Es probable también que la policía tuviera que esposar e interrogar durante horas a los que tratasen de sacar divisas o capitales del país.

Como sabía Weber, cuando se es gobierno hay que tomar decisiones difíciles. Por eso la izquierda debería desembarazarse tanto del narcisismo de las causas perdidas como de la comodidad de la lealtad institucional y asumir una ética de la responsabilidad. Ello implica reconocer que el miedo es un operador político crucial para salir de la crisis y que hoy es necesario, por una cuestión de principios, que el miedo cambie de bando.

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