En bicicleta por Pekín

La muerte de Hua, el sucesor de Mao

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En medio de tantas medallas olímpicas, la noticia de la muerte de Hua Guofeng (华国锋), el que fuera sucesor de Mao Zedong, ha pasado totalmente desapercibida. Hua fue nombrado sucesor de Mao y fue la más alta autoridad del país durante casi dos años (de septiembre de 1976 a diciembre de 1978), cuando Deng Xiaoping tomó las riendas del país. Nadie parece haberle recordado el 20 de agosto, cuando murió a los 87 años. Estamos al final de los Juegos Olímpicos, aunque su muerte tampoco hubiera tenido mucha más repercusión en cualquier otro momento.

El Gobierno chino tiene especial cuidado cuando se trata de revisar el pasado. Cuanto menos se revuelvan "viejas historias", mejor. La historia reciente de China tiene ejemplos de manifestaciones debido a la celebración de funerales o aniversarios de la muerte de personalidades importantes (entre ellos la muerte de Zhou Enlai en 1976 y la de Hu Yaobang en 1989, que serviría de acicate para las manifestaciones en Tiananmen del mismo año).

Ningún episodio semejante parece poder ocurrir ni en la China actual ni con la figura de Hua Guofeng.  Hua fue sobre todo un fiel servidor de Mao. Después de haber participado en la Guerra contra Japón, se mudó en 1949 con el ejército a Hunan (la provincia de Mao Zedong), donde serviría como oficial hasta 1971. Le apoyó en medio de la crisis del Gran Salto Adelante, cuando Mao fue criticado por aplicar unas políticas que estaban llevando a la hambruna a millones de personas. Tras la muerte de Mao, Hua siguió idolatrando a su predecesor. Su filosofía durante sus dos años de mandato fue la de considerar todo lo que Mao había dicho y hecho como verdad absoluta, lo que se conoció como liangge fanshi (两个凡是). Fue también el encargado de supervisar su Mausoleo en la Plaza de Tiananmen, cuyos caracteres están escritos por él mismo.

Por otro lado, Hua fue el hombre que acabó con la Banda de los Cuatro, el grupo que había controlado el aparato de propaganda chino durante la Revolución Cultural y que todavía seguía persiguiendo a líderes políticos según sus intereses. Con Hua se acabó definitivamente la locura de la Revolución Cultural. Sus años de transición, como casi todo el mundo los define, se movieron entre su amor por Mao y su incapacidad para ser reconocido como líder del país. Un difícil equilibrio que no pudo mantener ante la vuelta de Deng Xiaoping, con más amigos en el ejército y en el Partido Comunista y que encarnaba una visión más pragmática de la política china. Frente al dogmatismo maoísta que todavía exhibía Hua, Deng apostaba por aplicar aquellas medidas que se habían demostrado exitosas (lo que se llamó shishiqiushi -实事求是-). La unión con Mao era lo único que daba legitimidad a Hua, pero fue también lo que acabó con su carrera política.

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Su renuncia llevó al poder, después de años de guerras internas, a un grupo de pragmáticos dirigidos por Deng, entre los que se encontraban Hu Yaobang y Zhao Ziyang (después admirados por los estudiantes en 1989). Con ellos comenzó la apertura y reforma en China, el fin de las comunas en el campo, la privatización de empresas y los crecimientos económicos en torno al 10%. Hua fue la transición entre la locura maoísta y el pragmatismo que llega hasta nuestros días.

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- Más posters de Hua Guofeng.

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