En bicicleta por Pekín

El hombre contra la lluvia

Al final, en la ceremonia de inauguración hasta el tiempo estuvo bajo control. Las previsiones anunciaban lluvia para el viernes por la noche en torno al Estadio Nacional, el lugar donde China debía sorprender al mundo. El director de la ceremonia, Zhang Yimou, había advertido de que ese era el mayor peligro para el espectáculo. Tan sólo hizo falta pulsar un botón para poner las cosas en orden: 1.100 cohetes, lanzados desde 21 puntos de la ciudad entre las 16:00 y las 11.39 horas, alejaron las lluvias de la capital china. El hombre vencía (de momento) a la naturaleza.

Durante siglos, la civilización china estuvo obsesionada por el control de las fuerzas naturales, sobre todo las crecidas del Río Amarillo, que asolaban a su paso pueblos enteros. Entre las historias mitológicas más conocidas está la de Da Yu, según la leyenda descendiente del Emperador Amarillo y cuyo mayor logró fue saber canalizar las aguas y controlar las inundaciones. El último y gran ejemplo de este control natural, miles de años después, es la Presa de las Tres Gargantas. Los Juegos Olímpicos han vuelto a poner sobre la mesa una de las marcas históricas de la casa.

Cuando anunciaron todas las medidas que se iban a tomar para mejorar el tiempo y la contaminación en Pekín durante los Juegos, pensé que al menos durante quince días disfrutaríamos de un cielo azul impoluto. Aunque la contaminación parece haber disminuido y el tráfico ha mejorado muchísimo, lo cierto es que el paisaje no ha cambiado demasiado:

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