En bicicleta por Pekín

Es el turno de la hospitalidad china

En Nanjing, la capital de la provincia de Jiangsu, cerca de Shanghai, una chica me paró en medio de la carretera. Era un cruce con tres carriles en cada sentido y la gente cruzaba a toda velocidad antes de que el semáforo se pusiera en rojo. Pero ella se paró frente a mí y otro amigo español, nos miró a los ojos emocionada y nos dijo muy orgullosa: "Welcome to Nanjing! Welcome to China!" (¡Bienvenidos a Nanjing! ¡Bienvenidos a China!).

Además de estadios fotogénicos, edificios modernistas, nuevas líneas de metro o récords mundiales, China pretende jugar esta otra baza en los Juegos Olímpicos: la hospitalidad de su gente. China, todavía un ente imaginario para la mayor parte del mundo occidental, quiere que los extranjeros vean y juzguen con sus propios ojos. "Venid aquí y veréis que no somos tan malos como dicen", piensan muchos. Pekín quiere ser al menos durante quince días la ciudad amiga de los extranjeros.

Para ello, Pekín lleva preparándose durante años: los taxistas han tomado clases de inglés (sin muchos resultados, todo hay que decirlo), los menús en los restaurantes se han traducido, la señalización en las calles ha mejorado y se ha animado a los pequineses a aprender modales (respetar colas, no escupir en la calle, etc...).

Pero, por encima de leyes y campañas de educación, China podría basar su campaña de relaciones públicas en la naturalidad de los vendedores, camareros, policías y peluqueros de la ciudad. Los extranjeros que busquen en las entrañas de la ciudad descubrirán que los pequineses pueden ser rudos, pero casi siempre tienen una sonrisa para el extranjero (sobre todo si es occidental). Ellos serán los encargados no oficiales de contrarrestrar las nuevas leyes más restrictivas para los foráneos, sobre todo la nueva política de concesión de visados.

En un país donde en ocasiones ser extranjero supone un status superior, la hospitalidad puede sorprender a cualquiera acostumbrado a viajar por Occidente. Es frecuente que los chinos te paren por la calle, te pregunten si puedes ayudarles con su inglés o te ayuden a buscar alojamiento. Siempre tienen un cigarrillo que ofrecerte. Algunas veces te invitan a comer. Huiwen, una amiga de la universidad, me lo explicaba así: "Durante las Olimpiadas la gente se dará cuenta de que a los chinos les encantan los extranjeros. Tal vez demasiado".

En un documental del Discovery Channel sobre la preparación de los Juegos de Pekín, Lu Chin Mischke, conocida como señorita modales y fundadora del Pride Institute (institución cuya misión es mejorar la conducta de los ciudadanos de cara a las Olimpiadas), reflejaba la importancia del comportamiento de los pequineses para el éxito de los Juegos. "Para que los Juegos sean un éxito no sólo se necesitan construir muchos y grandiosos estadios, también depende de cómo nuestra gente reciba al mundo".

Bienvenidos a Pekín.

Uno de los vídeos más conocidos de promoción de estos Juegos. La canción se escucha por todas partes en Pekín.

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