Pequeñas Revoluciones

El "modelo" Aguirre

Montserrat Muñoz
Portavoz de Izquierda Abierta y promotora de la plataforma Actúa

La exposición mediática que ha generado la detención de Ignacio González y las lágrimas de Esperanza Aguirre en los últimos días me han recordado todo el periodo de gobierno de este clan en la Comunidad de Madrid, periodo en el que también la presencia y el protagonismo mediático de los mismos personajes eran apabullantes.

Francamente, creo que Esperanza Aguirre, su equipo y su forma de entender la política y el gobierno de las instituciones han sido dramáticas para la mayoría de la ciudadanía madrileña. Desde su llegada al gobierno de Madrid, enlodada en el oscuro TAMAYAZO, hasta hoy, la historia de Esperanza Aguirre ha sido percibida por muchos como una carrera de éxitos políticos y de gestión: aplaudida por "opinadores" de todo tipo, ensalzada por su partido y rodeada siempre de una cohorte de aduladores dispuestos siempre a reírle las gracias...

Sin embargo algunos que como yo tuvimos que compartir espacio político y de gestión de los intereses públicos con ella y que no formábamos parte del PP conocimos con Esperanza Aguirre una forma de actuar en política con métodos y resultados poco edificantes desde el punto de vista democrático: era la otra realidad.

Esperanza Aguirre y su equipo llegaron a Madrid imponiendo un modo de gobierno que confundía las instituciones con su partido, era difícil saber cuándo actuaba la presidenta de Gobierno de todos los madrileños y cuando la presidenta del PP. Por ello no me ha extrañado demasiado que tantos a su alrededor no hayan tenido claro los límites entre lo público y lo privado, lo institucional y lo partidista.

En esa época eran habituales los desprecios a los alcaldes de otro color político, a los que se ninguneaba manteniendo reuniones antes con los portavoces del PP en la oposición que con los representantes de los gobiernos democráticos de los ayuntamientos. Basta tirar de hemeroteca para comprobar cuántos anuncios de inversión, cuánta información relativa a asuntos municipales fueron hechos públicos antes por portavoces del PP que por los propios alcaldes. Esta actitud demostraba claramente que sus interlocutores eran los "suyos" y no los representantes de las instituciones.

A ello unía una personalidad autoritaria que escenificaba con órdenes rotundas, regañinas públicas a sus "subordinados" y con declaraciones u opiniones poco afortunadas que eran aplaudidas por sus correligionarios con entusiasmo, quizás porque enfrentarse a su círculo de confianza suponía, según manifestaban en privado, pasar al ostracismo en el partido. Muchos desde fuera confundieron ese autoritarismo con capacidad de gestión, su desparpajo a veces insultante con naturalidad... Era la LIDERESA.

Esta forma de entender la política y la gestión provocó a mi juicio que Esperanza Aguirre y su cohorte se acabaran convirtiendo en un aparato de poder arrollador, que como se ha evidenciado por los casos de corrupción destapados en Madrid, actuaba sin límites, con sensación de impunidad y en el convencimiento de que Madrid les pertenecía y les pertenecería siempre. Convirtieron la región en un gran mercado en el que todo se podía comprar y vender, desde la educación a la sanidad, pasando por el conjunto de los servicios públicos y bienes colectivos. Se instaló en Madrid el mensaje de la eficacia y la libertad como atributos propios del PP y su gestión cuando si se analizaba con rigor contribuía de un modo delirante a la ineficiencia y al cada vez menor ejercicio de las libertades de la mayoría.

Este modelo de Madrid impulsado por el PP desde hace muchos años acabó convirtiendo a nuestra comunidad en un lodazal de intereses, de grupos económicos, en el que han vivido, con total impunidad y mucha capacidad de poder, personajes que manejaron los hilos del gobierno de Madrid, que tomaron grandes decisiones que nos afectarán durante años y que hoy pernoctan en la cárcel.

Creo que Esperanza Aguirre no es ajena a este entramado porque ella favoreció un modelo de gobierno y de acción política en el que los intereses privados y de partido se mezclaban hasta la confusión con los intereses públicos y este escenario permitió que las prácticas corruptas de grupos cada vez más amplios de sus gobiernos y de su partido camparan a sus anchas  por toda la comunidad.

En aquella época, Esperanza Aguirre y el PP de Madrid representaban al PP triunfante, sin complejos, ejemplo a seguir para el PP nacional y para Mariano Rajoy.

Esperanza Aguirre dimitió, según sus propias palabras, por no haber vigilado convenientemente ni a los responsables de su partido, ni a los de su gobierno, protagonistas de escandalosos casos de corrupción que repugnan a cualquier ciudadano decente. El PP aplaudió esta actitud porque representaba la asunción de su responsabilidad política.

La pregunta ahora no puede ser otra que por qué no se aplica la misma vara de medir a Mariano Rajoy, presidente del PP nacional, por no haber vigilado correctamente a sus subordinados en el partido y por haber compartido equipos de dirección y a veces de gestión publica con muchas personas cuyas acciones se dirimen hoy en sede judicial.

Obviamente, no se pedirán esas responsabilidades porque el PP ha demostrado que  carece de la capacidad para regenerarse política y éticamente, al menos mientras todos los protagonistas de esta etapa tan infame para la democracia española sigan teniendo cargos de responsabilidad política.

Por ello, por salud democrática, porque es necesaria recuperar la credibilidad de las instituciones democráticas y de la política es imprescindible ACTUAR para que los protagonistas de toda esta etapa política dejen de gobernarnos. Este país necesita ya gobiernos limpios para avanzar, para conseguir un futuro mejor para las mayorías sociales.

Después de lo que conocemos, las fuerzas políticas tienen la obligación de articular alternativas al gobierno del PP huyendo de la teatralización de la política, del victimismo y de las líneas rojas, buscando los acuerdos posibles ante una situación de emergencia democrática. Si no lo hacen, la responsabilidad de que el PP siga gobernando en nuestro país será otra vez más suya y muchos ciudadanos no lo olvidaremos.

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