Persona, animal o cosa

MUERTOS - Haciendo vida normal.

Berto Romero

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Leo en una nota de prensa que dos señoras alemanas fueron detenidas hace una semana en el aeropuerto de Liverpool por intentar embarcar el cadáver de un pariente en un vuelo a Berlín. Llevaban al familiar, de 91 años, sentado en una silla de ruedas y con unas gafas de sol, y aseguraban que estaba dormido. Profundamente. Dice la nota que "despertó las sospechas de los empleados del mostrador de facturación". Y también indica que el finado falleció el día anterior en Oldham, Manchester, y había sido trasladado a Liverpool en taxi. Hablamos de 44 millas, aproximadamente unos 70 kilómetros. Una horita en taxi. ¿Raro? Para nada.

Una cosa es morirse, y otra bien distinta dejar de hacer vida normal. Yo mismo me ocupo de revisar el correo de una vecina mía que falleció hace unos meses. Continúa recibiendo cartas. Promociones de pizzerías, de gimnasios, del propio consistorio, informándole de los días adecuados para la recogida de muebles viejos. La última, esta misma semana, de una compañía de gas que le ofrecía ponerse calefacción en el piso. En el sobre se podía leer: "mejore ya su calidad de vida".

En mi piso, sin ir más lejos, la factura de la luz ha venido hasta hace poco a nombre de una señora que lleva más de una década muerta. Ella constaba como propietaria del contador hasta hace un par de años, cuando lo notifiqué a la compañía. Procedieron entonces al cambio de titular, si bien es cierto que durante meses las facturas llegaron duplicadas, con copia para ella, como si se resistiera a dejar de consumir electricidad desde el otro lado. Es más: en mi barrio hay unos pilones que cortan las calles para regular el tráfico y que los vecinos podemos bajar con unas tarjetas magnéticas que nos envió el ayuntamiento. Pues la que yo utilizo para ello está a nombre de la citada señora. Es decir, que a día de hoy, en mi barrio hay un cadáver que de vez en cuando acciona un pilón hidráulico que permite el paso de un automóvil.

 Muertos que reciben cartas, e-mails, citaciones, propaganda, tarjetas magnéticas, felicitaciones de aniversario, recibos bancarios, y a veces incluso hasta votan. La semana pasada uno viajó en taxi e intentó subir a un avión. Bueno, pues tampoco es tan raro.

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