Persona, animal o cosa

DVD. ¿No robarías un coche?

Berto Romero

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Acabo de terminar la segunda temporada de una serie de televisión en dvd. Aclaración importante: me la compré. Y resulta que cada vez que he puesto el disco se ha reproducido íntegro ese conocido vídeo anti-piratería que dice "no robarías un coche, no robarías una cartera. No robarías un televisor. No robarías una película. Piratería es un crimen". Ya lo conocen. Es un anuncio bastante famoso, del que se han hecho parodias (grande la de IT Crowd). Se ven imágenes de criminales ejerciendo el hurto aderezado con música de acción. Dura 40 segundos. En este pack de dvds en concreto no se puede obviar su reproducción. El reproductor no permite el avance rápido en ese punto, ni tampoco saltarlo. DEBE verse. Así que, como la serie consta de 22 episodios más los extras, y yo veo un capítulo al día, he visto 22 veces esos 40 segundos. 880 segundos. Aproximadamente un cuarto de hora de anuncio anti-piratería.

Reconozco que no han sido minutos de estricta atención. Porque a partir de la tercera o cuarta vez comencé a idear trucos y estrategias para no tener que verlo de nuevo. Le quitaba el volumen a la tele y miraba para otro lado intentando hacer coincidir el momento en que volvía la cabeza con el final del video. Lo ponía y me iba a la nevera a buscar un yogur. Un día, incluso, dejé el dvd encendido todo el día para encontrármelo ya en marcha por la noche. Abandoné esta técnica por poco ecológica.

Parecerá una tontería. Pero es que yo HE COMPRADO esos dvds. Ese mensaje no estaba destinado a mí. Debería reproducirse sólo en los que se bajan de internet. Que ya entiendo que no se pueda hacer, pero es contraproducente que me lo inserten en el subconsciente a lo "naranja mecánica". No me produce satisfacción verlo. ¿Qué pensaban que haría? ¿Proselitismo de la causa? ¿Difundir el mensaje del anuncio entre mis amigos repitiéndolo como un autómata? ¿Denunciar a los infractores de la ley a la policía? Pues no. En mí ha producido el efecto contrario. No sólo me ha hecho tener ganas de bajarme películas. Es que ahora tengo unas ganas locas también de robar un coche, una cartera, un televisor y hasta de estirarle el bolso a una señora mayor por la calle.

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