Planeta mutante

España: la guerra de las estadísticas ambientales

España: la guerra de las estadísticas ambientales

De lo global a lo local, a uno le interesa saber si el cambio ambiental, por muy probado que esté, le afecta de cerca o no. Pero con frecuencia los datos locales son mas opacos que los globales. Es muy confuso saber que pasa con el medio ambiente en nuestro país. Es más fácil poner a España como un punto en el mapa y hablar de promedios globales, o, como mucho, europeos, que hablar con claridad sobre si en España el medio ambiente va bien o va mal. Los hay que dicen que todo marcha como debe, que España es la menos mala de su entorno , como señala una y otra vez la Fundación que lleva precisamente este nombre, Entorno. Pero los hay que no lo ven tan claro, y basta con mirar los últimos informes del Observatorio de la Sostenibilidad de España. Eso sin mencionar a las agrupaciones ecologistas, que como Greenpeace están afónicas de tanto denunciar los desmanes ecológicos en nuestro País. España lidera en muchos frentes el cambio global, pero no precisamente desde el punto de vista de su mitigación o de la adaptación a él, sino como importante impulsor, sobre todo teniendo en cuenta su modesto tamaño, de la transmutación planetaria.

Estamos cansados de ver a nuestros políticos tergiversar las estadísticas. Sin ir mas lejos, los dos partidos mayoritarios siempre "ganan" las elecciones, algo matemáticamente imposible, salvo en el último 22M donde la realidad fue muy tozuda para vender una victoria también de los socialistas. En el caso del medio ambiente la cuestión es tan amplia que los científicos tenemos difícil hacer un balance global. Pero muchos estudios parciales apuntan en una dirección poco optimista. La desertificación, la artificialización del suelo, el agotamiento de los acuíferos, las amenazas directas sobre muchas especies de flora y fauna son, por citar algunos ejemplos, problemas bien documentados no solo en informes sino en publicaciones científicas. Precisamente por mirar a otro lado ante estos problemas, España ha recibido no solo multas internacionales sino llamadas de atención vergonzantes desde la Unión Europea sobre cuestiones ilegales, además de inmorales y peligrosas para el equilibrio medioambiental. Algunos casos para no olvidar son el urbanismo desmedido en la comunidad valenciana o, en la comunidad de Madrid, el desdoblamiento de la comarcal 501 y el gigantesco campo de golf de Tres Cantos programado con la excusa de una copa Ryder. Ironías del destino , la copa Ryder al final no cayó en España y, además de la reprimenda europea, el complejo urbanístico camuflado en el campo de golf suscitó una llamada de atención por parte de la UNESCO, preocupada por la reserva de la biosfera del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Las amenazas que se ciernen sobre España con la aridificación del clima, un problema que dejará en pocos años numerosas tierras sin poder regar y numerosas ciudades y urbanizaciones con limitaciones severas de agua corriente, deberían hacernos abrir los ojos. Pero el caso es que no terminamos de quitarnos las legañas, y las oportunidades de negocio que se abren con el cambio global empañan las lentes con las que leemos informes y publicaciones científicas. En mi opinión, la contienda entre ambos frentes está muy desequilibrada: mientras el medio ambiente de nuestro País pierde frente al desarrollo económico insostenible por tres a uno, en los titulares de periódicos y noticiarios se transmite un empate técnico o incluso una mejoría en la política ambiental española. Los datos están ahí y España necesita tres Españas y media para deshacerse de sus residuos y obtener sus recursos (véase la huella ecológica de España hace ya algunos años: http://www.ecologiaverde.com/la-huella-ecologica-de-espana/ ).

Datos ambientales hay muchos... ¡pero aquí cada uno toma los que le cuadran mejor con su discurso!

Por eso no debemos perder de vista de donde viene cada dato, quien lo muestra y en qué se apoya. Intentaré predicar con el ejemplo en este blog e ir tan próximo como pueda a las fuentes originales de información ambiental, normalmente científicas, haciendo, eso si, oportunas simplificaciones y necesarias aclaraciones para que los mensajes lleguen a quien no tiene costumbre de leer artículos científicos.


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