Planeta mutante

Ciencia puntera en tiempos de crisis: investigando el cambio global sin gastar mucho

Ciencia puntera en tiempos de crisis: investigando el cambio global sin gastar muchoEn la actual situación de crisis económica, no sólo gobiernos y hogares se aprietan el cinturón. La financiación de la ciencia y del arte, algo que muchos perciben como superfluo, está siendo menguada, tal como se ha hecho en todas las crisis económicas de la era contemporánea. Los recortes se dejan notar en todos los frentes: cuantía y número de proyectos, número de becas y contratos para hacer tesis doctorales y hasta centros de investigación que se cierran o se dejan sin presupuesto. El CSIC ha cerrado o reagrupado varios institutos para ahorrar y ha recortado el presupuesto de todos sus centros, pero quizá uno de los casos más preocupantes ha sido el del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia, donde su investigación de calidad en biomedicina se ve amenazada por un expediente de regulación de empleo (ERE) que deja en la calle a mas de 100 personas, cerrando 16 laboratorios y 14 líneas de investigación, así como por la reducción de entre un 30 y un 60% de los salarios de aquellos que no se vayan a la calle. Estas medidas tan drásticas no cuentan con precedentes en la historia de España y, lo que es más preocupante, son inéditas en el marco general de los países desarrollados. Países como Japón, Alemania o EEUU siempre han mantenido e incluso fortalecido su investigación en tiempos de crisis, y precisamente por eso son países fuertes e influyentes y no al revés: un país es rico porque investiga, no investiga porque es rico.  Pero esto es lo que hay. Recortes en ciencia. Lo tomas o lo dejas. Así las cosas, los científicos que logramos ir sobreviviendo en nuestros puestos podemos perder el tiempo lamentándonos o bien aguzar el ingenio y buscar alternativas que permitan mantener activas ciertas líneas clave, al menos en parte.

       La investigación del cambio global  requiere series temporales largas y datos precisos con frecuencia apoyados en instrumentación compleja y, en general, obtenidos de forma simultánea en muchos lugares. En principio estas son condiciones clave para realizar una investigación rigurosa que nos permita entender qué cambios ambientales están ocurriendo y qué impactos tienen.  Pero asegurar estas condiciones cuesta bastante dinero. Sin embargo, la ciencia del cambio global tiene otro ingrediente importante, la coordinación de grupos de investigación y la integración de datos procedentes de diversos puntos de observación. Y este ingrediente puede resolverse de forma económica, eso sí, con dosis extra de  creatividad. Graham y colaboradores publicaron en 2010 una idea interesante en la prestigiosa revista Global Change Biology. Los autores muestran como el uso de cámaras de video públicas conectadas a internet puede emplearse como un potente sistema de monitorización del cambio global. Graham y colaboradores emplean estas cámaras para estudiar la fenología de las plantas, es decir, el estado de desarrollo de la vegetación a lo largo de los días y las estaciones del año. Con este tipo de estudios se puede cuantificar qué especies y en qué medida adelantan la producción de hojas, flores o frutos y extienden su periodo de crecimiento en respuesta al calentamiento global de la atmósfera. Las imágenes de estas cámaras tienen menos precisión que las monitorizaciones manuales en las que científicos u observadores se desplazan a los lugares de estudio, pero tienen un potencial mucho mayor al trascender de lo local a lo regional e incluso a lo global. Además, su resolución espacial y su utilidad es mucho mayor que las imágenes de satélite: en un estudio con 1100 cámaras georeferenciadas en  EEUU, estos autores vieron que el número de días con errores instrumentales o causados por nubes o baja visibilidad fue muy inferior usando cámaras que usando imágenes satelitales. Esta investigación, que encontró significativos avances en el calendario de la aparición de la primavera y unos fuertes patrones latitudinales en estos cambios de ritmo de la vegetación, implica tanto un gran ahorro en la investigación de los cambios fenológicos como una mejora técnica de los estudios de fenología habituales al combinar una buena resolución con una escala espacial potencialmente muy amplia. Un buen ejemplo de cómo aprovechar y poner en valor inversiones realizadas con otros  propósitos.

     Ante los recortes económicos, los científicos podemos ponernos a llorar, podemos echar mano de la creatividad o, mejor aún, podemos encarnar una lucha personal por mantener la ciencia activa a pesar de todo. Esta última parece ser la opción de Consuelo Guerri, investigadora del CIPF que para aliviar las penurias económicas por las que pasa su centro donó los 25.000 euros del premio Manfred Lautenschlager que le fue recientemente concedido, y que, como otros científicos apasionados y luchadores, no se rinde ante la adversidad económica. La adversidad económica  no es nada nuevo para la ciencia; es algo que amenaza la exploración de los límites del conocimiento de forma más o menos recurrente desde los albores de la investigación científica.

 

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El artículo citado es:  Graham, E. A., E. C. Riordan, E. M. Yuen, D. Estrin, and P. W. Rundel. 2010. Public Internet-connected cameras used as a cross-continental ground-based plant phenology monitoring system. Global Change Biology 16:3014-3023.

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