Planeta mutante

El factor común

El factor común¿Qué tienen en común un votante de Izquierda Unida y uno del Partido Popular? ¿y un adolescente y un jubilado? ¿y un obrero de la construcción y el director de una sucursal bancaria? ¿y un amante de la ópera y un aficionado del Madrid? ¿y un ateo y un fundamentalista religioso? Y, ya que estamos, ¿un hombre y una mujer? ... Algunos compositores, poetas, pintores, músicos, estilistas o incluso políticos han dado con ese factor común y de forma natural han emocionado o atraído a muchas personas con independencia de su credo, edad, ideología, profesión o afición. Cuando hablamos del cambio global, no estamos muy seguros de que tecla pulsar para captar la atención e interés de personas que no sean ecologistas, biólogos o de izquierdas. En una mesa redonda sobre cambio global y energías alternativas celebrada ayer en la Universidad Autónoma de Madrid tuvimos ocasión de revisar esta cuestión cuando alguien planteó el clásico "¿Qué podemos hacer?" y le contestamos el no menos clásico "llegar e informar a mas gente."

En un mundo complejo, la gente está expuesta a una sobredosis diaria de información. Lo que le está pasando al planeta en lo ambiental se mezcla con lo económico, gran actualidad que llena de noticias espurias como aquellas que retransmiten en directo, segundo a segundo, lo que ocurre en la bolsa de Nueva York, o en una reunión mas de Merkel y Sarkozy. Y dado que todos tenemos que pagar facturas, a todos nos preocupa el tipo de interés, qué va a pasar con los impuestos y cómo quedará nuestro salario (eso los que de momento lo tenemos). ¿Cómo lograr que la sociedad mire al planeta e intente comprender los cambios que estamos causando en su atmósfera y en su biosfera y cómo esos cambios nos afectan muy profundamente?  En esa mesa redonda se mostraron datos sobre los refugiados climáticos, un tema que ya hemos abordado aquí. Pero la realidad es que a mucha gente no le da demasiada pena que unos millones de africanos abandonen sus tierras por causa del cambio climático o que los habitantes de pequeñas islas del Pacífico pidan asilo porque la subida del nivel del mar les está dejando sin suelo firme. Hay gente que le preocupa esto, como hay gente que le preocupa la pérdida de la biodiversidad. Pero hay mucha mas gente que todo esto lo ve secundario. Y hay aún más gente que todo esto ni lo ve ni lo quiere ver. No podemos esperar que la sociedad lea, escuche, se informe y se posicione sobre el cambio global estimulada por su amor a la naturaleza, por su moral o por su sentido de la responsabilidad; ni siquiera por el amor a sus propios hijos que heredaran el planeta (ya se dice que hay demasiada gente que quiere mas a su perro que a sus hijos).  Estas cuestiones mueven y moverán al mismo tipo de personas que acaban asistiendo a mesas redondas sobre cambio global y energías alternativas. Pero a casi nadie más. Y me temo que con esas personas no basta para influir en el rumbo de nuestras decisiones colectivas.

Si la sociedad habla de dinero, tendremos que hablar de dinero ante una preocupación global con base científica como es el cambio climático y sus efectos en nuestro bienestar. Y eso hizo Stern en su informe que valoraba el coste de no hacer nada ante el cambio climático. Pero pasado un tiempo, el informe pasó a juntar polvo en algún despacho. Y ante la crisis, países como España abandonan la investigación y aprueban por ley urgente una moratoria en las energías renovables, justo cuando empezaban a generar beneficios económicos (y no sólo ambientales) y justo cuando nuestro país tenía empresas propias competitivas en el sector. Ante la crisis se vuelve a las formas clásicas de explotación de los recursos y posiblemente se resucite el poder de las grandes empresas de los sectores tradicionales.  Esto es curioso porque ante la crisis es cuando mas falta hace la innovación.  Pero ante la crisis surgen dudas y divisiones de opinión... y miedos. Todos ellos, malos aliados para tomar decisiones sensatas.

Ante la crisis también hace falta, y mucho, una mirada científica a los problemas. Pero tal como señaló recientemente Nina Fedoroff, la presidenta de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), esta visión lejos de progresar, pierde terreno ante los grupos de presión internacional que abogan por una sociedad mas acientífica.  La AAAS mira con gran temor, compartido por científicos de todo el mundo, como los negacionistas del cambio climático al igual que los negacionistas de la evolución ganan influencia sin ningún respaldo científico serio a sus programas y campañas. Para romper esta inquietante tendencia podemos esperar la llegada de un político visionario que como un auténtico mesías ilumine y reconduzca las miradas de la sociedad. Pero por si ese mesías tarda en llegar, podríamos ir pensando en algún plan B.  Y eso es lo que piensan por ejemplo los Artistas del Cambio Climático. Ojalá alguna expresión artística sirva para reunir sensibilidades y dirigirlas hacia un futuro realmente sostenible y no sólo económicamente sostenible.

Ante la crisis lo que quizá bastaría es encontrar ese factor común que a personas muy diferentes pudiera moverles a mirar estadísticas que no sean las del paro.

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