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La clase de Pirlo eclipsa el regreso de Ronaldo

Casi seis meses después, volvió Ronaldo. Lo hizo en Cerdeña, en el campo del Cagliari y con el new look prometido. ¿Su fútbol? Muy alejado del de los grandes tiempos, pero es lógico. La inactividad la notan todos los jugadores, pero aún más los que superan la treintena. Se le vio lento, sin ritmo, poco protagonista. Pero aún así, estuvo muy cerca de dejar su huella en el partido. Primero provocó un penalti –dudosísimo, casi podría decirse que regalado- que falló Kaká y luego disparó al poste cuando su equipo perdía 1-0. Otra demostración de que, a los cracks, les basta con muy poco para generar peligro. Esa es una de las lecturas positivas. La segunda, que aguantó los noventa minutos y que su recuperación sigue por buen curso. La obsesión milanista es que esté a punto para el Mundial de Clubes de Japón.

El partido de Sant’Elia pareció convertirse en una competición para eclipsar a Ronaldo. Todos los focos estaban pendientes del brasileño y otros querían robarle el protagonismo. El primero que presentó su candidatura fue Robert Acquafresca, el delantero titular de la sub-21 italiana, uno de los jóvenes transalpinos con mayor futuro. A los tres minutos adelantó al Cagliari cabeceando a la red y alegrando además a su otro club, el Inter, que lo cedió al conjunto sardo en la operación del fichaje de Suazo. El segundo que brilló en el partido fue el veterano meta Marco Fortin, que le paró a Kaká el penalti forzado por Ronaldo. Adivinó la trayectoria del balón y se lanzó con rapidez para asombrar al mundo: es muy difícil detenerle una pena máxima al enganche brasileño. Como en el caso del gol de su compañero Acquafresca, su acierto tuvo sabor especial: el meta empezó su carrera en la entidad nerazzurra.

Pero tras el descanso fueron los compañeros del Fenómeno los que acapararon los titulares. Su pareja en el ataque Alberto Gilardino empató el partido con una definición que mezcló oportunismo y habilidad. El ex del Parma parece reivindicarse en cada gol que mete. Suma 42 en los dos años y tres meses que lleva en el Milan, pero se le sigue cuestionando. No es una mala cifra teniendo en cuenta que nunca se le ha dado confianza absoluta.

Pero el eclipse definitivo aún no se había producido. Cuando el encuentro estaba empatado a uno y se acercaba a su conclusión, Andrea Pirlo se inventó un zambombazo supersónico para darle los tres puntos a su equipo. Fue en una falta directa lejanísima. Cuando todos esperaban un centro, el súper-clase rossonero disparó a puerta con el empeine exterior y el balón dibujó una trayectoria extrañísima, con un efecto inesperado que sorprendió a Fortin. Recordó a aquel memorable gol de Roberto Carlos en Francia. Pero fue Pirlo. Siempre Pirlo. Talento puro.

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