Planeta Axel

Un podio final mucho más coherente

La FIFA hizo públicos ayer los nombres de los tres finalistas de su galardón anual que designa al mejor jugador del mundo: Kaká, Messi y Cristiano Ronaldo. Al menos, su triunvirato final resulta bastante más coherente con lo que los espectadores han podido ver a lo largo de 2007. Si lo comparamos con esa escandalosa lista de treinta candidatos en la que no estaban Totti –Bota de Oro del fútbol europeo-, Ibrahimovic –gran estrella del campeón de Italia- ni Cesc –uno de los diez mejores según France Football-, la mejoría en el criterio selectivo parece evidente. Recordemos que para el máximo organismo internacional, Thuram y las peores versiones de Ronaldinho y Henry estaban en una relación de preseleccionados que levantó muchas críticas porque parecía basarse más en el nombre de los futbolistas que en sus actuaciones a lo largo de los últimos doce meses.

Este año que termina debería generar un debate muy importante, por mucho que parezca obvio que Kaká es el máximo favorito en todos los premios individuales. ¿Qué debería primarse en este tipo de recompensas, la regularidad o la gran explosión en un momento decisivo? Cristiano Ronaldo y Lionel Messi representan la primera virtud. Tuvieron, claro está, altibajos a lo largo de 2007, pero se puede considerar que ambos rayaron casi siempre a un gran nivel. El portugués fue el mejor jugador de la Premier que ganó su Manchester United y también nos dejó grandes noches en una Champions en la que llegó a semifinales. El argentino es probablemente el que nos ha regalado el mayor número de exhibiciones, de partidos fantásticos, de jugadas imborrables. En cambio, el brasileño representa el papel del futbolista determinante en el torneo más importante: su encuentro en Old Trafford pasará a la historia como el momento culminante de la Copa de Europa 06-07. Pero en el resto del año, sobre todo en la liga italiana, su rendimiento no fue especialmente destacable. En la Copa América ni participó.

¿Qué debería premiarse más? ¿Qué tiene más mérito? Algunos dirán que los grandes jugadores aparecen en los partidos de máxima trascendencia. Está bien, pero, ¿pueden vivir de eso el resto del año? ¿No se le debería exigir al mejor de todos que demostrara su categoría durante doce meses, cada vez que salta al campo? No es una cuestión sencilla.

Aunque parezca descabellado, hay quien podría reivindicar a Juan Román Riquelme. Su regularidad fue intachable: estuvo inmenso en todo lo que jugó. Que no fue mucho, porque en Villarreal estaba apartado, pero tampoco fue poco: actuó en 38 partidos a lo largo de 2007, y le bastó para darle a Boca una Copa Libertadores (equivalente sudamericano a la Champions League) y para cuajar una muy buena Copa América, en la que fue finalista. Román, además, tuvo más porcentaje que Kaká en su gran conquista: si alrededor del brasileño también brillaron Pirlo, Seedorf e Inzaghi, el astro argentino hizo prácticamente todo lo decisivo en el equipo xeneize.

Lo que sí debemos aplaudir es la rotura absoluta que constituye el podio de esta edición. Ni Kaká, ni Messi ni Cristiano Ronaldo habían estado nunca entre los tres mejores. Esto confirma el relevo generacional entre los Dioses del fútbol y denota además que en la votación final no se tuvo en cuenta el historial ni la trayectoria, si no que sólo se valoró el 2007. En años anteriores, jugadores como Ronaldinho o Zidane pudieron verse beneficiados por su nombre y su pasado. Esta vez da la sensación que todos empezaron desde cero el pasado uno de enero. Ojalá sirva para cambiar la dinámica de ahora en adelante.

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