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Cesc y Almunia rompen el reloj de Juande

Nunca un derbi del norte de Londres había tenido tanto sabor español. Cesc Fàbregas hizo lo más bello del Arsenal-Tottenham (2-1), Manuel Almunia hizo lo más decisivo y Juande Ramos estuvo cerca de cosechar un resultado que hubiese roto un gafe histórico. Pero no. Los spurs siguen sin ganarle a su eterno rival en partido de Premier desde 1999.

Juande Ramos había cambiado la cara a un equipo deprimido. Cuando él llegó, el vestuario se sentía perdedor, incapaz de desarrollar todo el potencial de una plantilla configurada para pelear un puesto entre los cuatro primeros. Cualquier enemigo, por pequeño que fuera, era incapaz de plantarles cara y hasta de ganarles. El ex entrenador del Sevilla incidió en lo psicológico, pero también en lo táctico. Abordó la plaga de lesiones cambiando a algunos jugadores de posición y logrando de ellos un rendimiento excepcional. Pascal Chimbonda, habitual lateral derecho, y Didier Zokora, medio centro defensivo, actuaron como centrales en varias ocasiones. Y al igual que hizo en el Pizjuán, a Juande no le tembló el pulso para dar la responsabilidad a jugadores muy jóvenes. Ayer se plantó en el Emirates con un doble pivote formado por Jamie O’Hara (21 años y ningún partido como titular en primera división) y Kevin-Prince Boateng (nacido en 1987). Y con esta receta, muy similar a la que hasta ahora le había valido para perder sólo un partido desde su llegada, se quedó a la menor distancia posible de lograr un histórico triunfo en el campo del Arsenal. Tan cerca como once metros, quizá.

Y es que la jugada decisiva del partido llegó en el minuto 72. Fue un penalti. Un derribo claro de Kolo Touré sobre Dimitar Berbatov. Robbie Keane asumió la responsabilidad. El partido estaba empatado a uno, y ya se sabe que los conjuntos de Juande se encuentran muy cómodos con el marcador a favor. Si el irlandés lo metía, muy crudo se le hubiese puesto el encuentro al equipo de Wenger. Pero lo falló. Más bien Almunia lo paró. Se lanzó a su derecha, adivinó la intención y rechazó el disparo.

En la jugada siguiente, Nicklas Bendtner, ese danés de diecinueve años tan prometedor, se elevó entre la defensa del Tottenham en un córner para marcar de cabeza en su primera acción del partido tras sustituir a Eboué. El saque de esquina lo había botado Cesc Fàbregas, sumando otra asistencia de gol más. La que resultó definitiva, aunque ni por asomo la más bonita que ejecutó durante la tarde. La antológica había sido la anterior.

Y es que a los 48 minutos de juego, una acción de genio absoluto iluminó el fútbol turbio que se había visto hasta entonces. De espaldas a portería, el medio centro de Arenys dio un pase en profundidad, al espacio, al único lugar donde no había rivales, con el tacón. Y con enorme precisión, controlando la potencia necesaria para que el balón le llegara a Adebayor. El togolés no podía fallar. Una jugada así merecía acabar en gol. Y cruzó el balón ante Robinson para anotar el que era el primer tanto del partido y su décimo en el campeonato, aupándose nuevamente como máximo realizador de la Premier.

Hasta ese momento, el duelo había sido más táctico que técnico, más de laboratorio que de circo. A Juande le estaba saliendo bien la estrategia, ya que el líder no era capaz de hacer circular el balón a alta velocidad. Casi ni llegaba. Pero en el segundo tiempo el panorama cambió y las ocasiones se sucedieron. Keane mandó un balón al larguero antes de que Berbatov empatara ganándole una acción a Touré y aprovechando una asistencia fantástica del irlandés, también con el tacón. Luego llegaron el penalti y el gol de Bendtner, las acciones determinantes de un choque que pudo tener cualquier resultado.

El Tottenham tendrá la oportunidad de vengarse de su vecino en enero en las semifinales de la Carling Cup, que por segundo año consecutivo han emparejado a los gigantes del norte de Londres. Viéndose lejos de los puestos europeos, ésta es una oportunidad magnífica para que los de Juande puedan meterse en la UEFA.

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