El fútbol, cuando no hay pelea posible entre equipos demasiado separados por su nivel, puede resultar aburridísimo. Era previsible: el grupo C era el menos atractivo a priori, con dos selecciones –Egipto y Camerún- muy por encima de las otras dos –Zambia y Sudán-. La última jornada se presentaba como un trámite pese a la igualdad a puntos entre los leones indomables y el chipolopolo. Y lo fue, aunque irónicamente se convirtió en una fecha para la historia: aquella en la que Samuel Eto’o anotó dos tantos más y se convirtió, ya en solitario, en el máximo goleador de la Copa de África de todos los tiempos.

Es difícil calibrar el nivel de Camerún, tan inferior en el único examen real que tuvo ante Egipto y tan superior en los duelos desequilibrados ante Zambia y Sudán. Ayer ganó 3-0, con Eto’o abriendo el marcador desde el punto de penalti (28’) y cerrándolo al final en un contragolpe que definió con maestría (90’). En medio, el zaguero Ali Elkhidir había introducido el balón en su portería en un rebote (34’). El partido no tuvo historia ni interés, más allá de saber en cuánto dejaría su marca el delantero del Barcelona. De momento lleva cinco en el torneo actual y dieciséis en el global.

Aunque hubo sorpresa en el otro partido, ya que una selección egipcia muy relajada vio como Zambia le empataba al final. Fue un 1-1 que sirvió para despedir con dignidad al equipo del sur de África, que ha mostrado una imagen más que decente salvo en su harakiri defensivo ante Camerún. Amr Zaki adelantó a los faraones (15’) y Chris Katongo, del Brondby, puso la igualdad definitiva en el marcador anotando su segundo gol en el torneo y revelándose como un delantero de cierto nivel.