Ahora que no nos oye nadie

Comer es fácil con los ojos cerrados

Comer es fácil con los ojos cerrados
FOTO: Jairo Vargas

Cada día, en las reuniones de redacción de Público surgen propuestas y preguntas que nos terminan llevando a investigaciones en profundidad que nunca imaginamos. Hace meses, cuando nos planteamos comenzar en compañía de Igualdad Animal la investigación que publicamos hoy sobre la industria de la carne del pollo, no sabíamos qué encontraríamos en esa nave a las afueras de una ciudad española. 

Difícilmente podíamos imaginar que esta carne, la más popular por su precio asequible, tuviera detrás un trasfondo de sufrimiento animal tan demoledor: hacinamiento, hedor, enfermedades, heridas, agonía de animales... Conocer esta situación nos despertó enormes dudas sobre las implicaciones que tienen estas formas de crianza en el consumo de millones de personas. 

En Público, tanto la defensa de los animales como la preocupación por un estilo de vida sostenible forman parte de nuestras banderas editoriales. Y, en este marco, no podemos dejar de lado las consecuencias sobre el consumo y la salud, entre otros ámbitos, que se derivan de los cambios de hábitos de vida en nuestras sociedades.

Por eso nos parece vital informar sobre circunstancias como esta, para que las personas que nos leen puedan conocer esta realidad oculta y tomar sus decisiones de consumo con los datos imprescindibles.  Porque somos conscientes de que no es plato de gusto ver estas imágenes, saber de dónde viene el pollo que comemos, pero peor es no saber, y no poder decidir...

Público se define como un medio defensor de los derechos de los animales y de una legislación que persiga y castigue cualquier situación de maltrato animal, entendiendo el respeto por los animales como una forma de abordar la vida. Denunciamos el sufrimiento en toda su amplitud y exigimos empatía a los poderes públicos ante situaciones de indefensión. Que el sufrimiento de estos pollitos esté dentro de la ley nos lleva a cuestionarnos cómo están hechas esas normas que supuestamente garantizan el bienestar animal. 

Tanto el reportaje en vídeo de la visita a la granja de pollos como el relato de Ana Pardo de Vera sobre esta experiencia son evidencias demoledoras sobre lo que sucede cotidianamente en nuestro país en términos de bienestar animal. Y el reportaje de Alejandro Tena nos muestra con datos globales las implicaciones de esta industria que mueve miles de millones en todo el mundo y en nuestro país. 

Existen propuestas de mejora, tanto para la industria del pollo como para las personas que consumimos su carne: es posible una crianza mucho más respetuosa de animales, con criterios básicos de bienestar. 

Y desde Público, un medio vigilante y crítico, nos comprometemos a mantener vivo el debate sobre la necesidad de esas mejoras, aunque tenga que ser a base de informar sobre realidades dolorosas como esta, que llegan cada día a nuestra mesa. Pero para mantener nuestro trabajo como hasta ahora, necesitamos la colaboración de las personas que saben que esta información es vital y necesaria. Si estás entre ellas, únete a La República de Público y haz posible que podamos seguir informando sobre injusticias como esta.

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