Punto y seguido

EEUU rehén de Pakistán

 

Mal negocio perder al aliado más importante en una zona tan estratégica, para ganar 11 puntos de popularidad efímera. El asesinato selectivo de unos individuos en un cobijo de bandidos en Abbotabad, ha destrozado la deteriorada relación entre EEUU y Pakistán. Que Barak Obama acusara de encubrir el terrorismo al país que inyecta 1.5 mil millones de dólares al año para combatirlo no fue más que un escupir hacia arriba. La OTAN también bombardea las posiciones de los talibanes, mientras les paga peajes y les ofrece una oficina en Turquía.

Pero, que el mandatario estadounidense se pusiera todas las medallas por la eliminación estratégica de Bin Laden, y exhibiera su capacidad de violar la teórica soberanía  de Pakistán, ha humillado lo indecible al presidente Zardari.

Si Obama piensa substituir Pakistán por India, en su política de contener a China, no ha calculado bien el precio que tendrá que pagar por ello: el 80% de equipamiento enviado a sus tropas en Afganistán pasa por Islamabad.

El país surasiático, fundado en 1947 sobre el extremismo islámico y la enemistad con los hindúes, no renunciará a Afganistán al que considera su profundidad estratégica. Es así que con el fin de  neutralizar la influencia india-iraní, pretende reinstalar en Kabul a los talibanes pashtunes, etnia que gobierna Pakistán, aunque esto desemboque en una guerra civil en aquel país y empantane a sus ocupantes.

La propuesta de los políticos pakistaníes en ceder el control del norte de Afganistán a la OTAN, a cambio de que se entregara Kabul y algunas provincias a los talibán, tiene el respaldo de  Arabia Saudí (su padrino ideológico y financiero), pero, obviamente, no de Irán e India.

El aumento espectacular del descontento ciudadano y el temor de ser abandonados por Washington, ha llevado a los dirigentes del Af-Pak (que han negado a EEUU el permiso para bases militares permanentes), a buscar salidas a esta crisis en nuevas alianzas, como solicitar la integración en la Organización de Cooperación de Shangai, dirigida por China y Rusia. Su admisión sería un fuerte golpe a los planes de EEUU para la zona.

La suerte de los cerca de 200 millones de afganos y pakistaníes atrapados en este fuego cruzado es cada vez más inquietante. Los vecinos refuerzan las fronteras.

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