Punto y seguido

Erdogan acude a Trump con una nueva estrategia

La decisión del gobierno de Trump de armar a los kurdos de Siria ha aumentado la tensión entre Turquía y EEUU. Semanas antes de la visita de Erdogan a la Casa Blanca, Ankara mandaba un duro mensaje a Donald Trump bombardeando las posiciones de los kurdos del Partido de Unión Democrática, filial del izquierdista PKK-. De esta forma traicionaba los ideales que proclama y se ponía al servicio de EEUU, Francia e Israel. Los turcos pretenden así forzar a Washington a elegir entre Ankara y los kurdos.

Aunque el motivo oficial del temor de Erdogan a los kurdos -que controlan dos tercios de la frontera de turcosiria-, es que amenazan la seguridad del país, pasando armas a la milicia de PKK, o que pueden formar una alianza con Damasco, Teherán y Moscú contra Ankara, el presidente turco es consciente de que esta amenaza proviene de la propia CIA que está decidida acabar con él y contribuir a la caída de Turquía al infierno en el convulso Oriente Próximo.

Trump decepciona a Erdogan

La salida de Obama de la Casa Blanca fue celebrada por el mandatario turco. El ex presidente le buscaba un sustituto desde el 2012 y el intento del golpe de estado del julio del 2016 fue su último esfuerzo para deshacerse del socio díscolo de la OTAN. Pero el entusiasmo de los turcos por Trump duró poco: durante su campaña electoral el rival de Clinton equiparó el islam político con el terrorismo, mientras tanto, el director que ha asignado para la CIA, Mike Pompeo consideraba que Turquía era una "dictadura totalitaria islamista", y Rex Tillerson hablaba de la milicia kurda como "el mayor aliado de Occidente en la lucha contra ISIS". Michael Flynn, el que fue asesor de Trump en la seguridad Nacional, (el mismo que recibió de Turquía 530.000 dólares para crear un lobby en el equipo del magnate) ponía la guinda a este despropósito mostrando su alegría en un vídeo por aquel intento de golpe de estado chapuza contra el líder de Turquía.

Aun así, con un moderado pesimismo, el presidente de Turquía va a pedir al gobierno de Trump, que:

  • Suspenda el plan de armar a los kurdos sirios.

En vez de emplear a la milicia kurda en la toma de la estratégica ciudad siria de Raqqa, el bastión del ISIS (grupo creado en el centro de detención clandestino de EEUU llamado Camp Bucca en Basora, Irak), permite que sea Turquía quien "libere" la urbe dirigiendo el Ejército Libre Sirio y a los soldados de Arabia Saudi.

Sin embargo, el Pentágono ha rechazado esta oferta porque:

  • El propio Trump necesita ganar una guerra fácil y sin pérdidas humanas para que los sondeos eleven su popularidad; puesto que este objetivo no se conseguirá en una verdadera guerra, con Corea del Norte o Irán por ejemplo, ha elegido a una pequeña localidad de Siria y a unos yihdistas armados de espadas y dagas para convertirse en el héroe nacional.
  • No se fía de la capacidad de los ejércitos que propone Turquía para esta tarea. Además es consciente de que Erdogan pretende destruir a los kurdos que no a los yihadistas. De modo que, ha preparado una potente campaña militar para ocupar esta ciudad –a la pretende convertir en otra base militar-, adelantándose a los turcos, rusos e iraníes. Eso sí, ha asegurado a Ankara que tampoco la entregará a los kurdos.
  • Además, la estrategia de EEUU es debilitar para someter a un gigante como Turquía que le chantajea, acercándose a Rusia y China. Juagar la carta kurda es una de sus medidas.

Por su parte, Rusia ha hecho lo contrario: en las negociaciones de paz para Siria que ha organizado en Astaná (Kazajistán) ha invitado a la UE, la ONU, EEUU, Irán, Turquía, los rebeldes sirios e incluso a los al qaedistas del Frente al Nusra que está patrocinado por Turquía y Arabia Saudi, pero no a los kurdos. El alto el fuego acordado en este proceso tampoco incluyen las zonas kurdas, como recompensa al régimen turco por, aparentemente, cambiar de bando.

Y aquí la nueva estrategia de Erdogan:

Tras el fracaso absoluto de todos sus planes, incluso provocar la "crisis de refugiados" para derrocar a Bashar al Assad, el régimen turco ha diseñado otra táctica: aumentar su tono anti-iraní, en la onda del equipo de Trump cuyo principal rasgo es su iranofobia. Ahora, plantea la necesidad de derrocar al líder sirio, no por matar a su pueblo, sino por ser agente de la República Islámica de Irán, y contener la expansión de la influencia persa- chiita a través de una amplia alianza contra Teherán, con el fin de salvar los intereses de EEUU y sus aliados en la zona.

De hecho, Trump ha elegido dos países enemigos de Irán, Arabia Saudi e Israel, como el destino de su primera gira como presidente. Pero, este plan fue desechado por Obama por dos motivos: no tener una alternativa viable a Assad, y porque Teherán rompería el acuerdo nuclear que mil veces es más importante para Washington que la suerte del señor Assad y los sueños expansionistas del señor Erdogan.

EEUU vuelve a mentir al decir que su objetivo es acabar con los terroristas y liberar a los pueblos: decía lo mismo al atacar a Yugoslavia, Afganistán, Irak y Libia. Establecer su dominio en Siria es su principal meta y para conseguirlo, en vez de enviar tropas, ha convertido a unos 50.000 combatientes kurdos y árabes, agrupados en las Fuerzas Democráticas Sirias, y dirigidos por el Comando Central de EEUU (CENTCOM), en la carne de cañón de sus intereses.

El presidente de EEUU que tiene vínculos comerciales con Turquía (implantó una Torre Trump en Estambul en 2012, a cuya inauguración asistió Erdogan) intentará retener a Ankara en la órbita de EEUU. Sin retroceder a su política, le felicitó a su homologo turco haber "ganado" el referéndum que le convierte en más déspota, regalándole su silencio sobre la detención de miles de personas en los últimos meses por la policía turca. Aun así, Obama perdió el estratégico Paquistán por menos: organizar el montaje del asesinato de Bin Laden en Abot Abad enviando a Islam Abad a los brazos de China.

En el equipo de Trump existen dos políticas distintas respecto a  Ankara: los iranófobos que consideran a Turquía un contrapeso a Teherán, y perdonan los insultos del líder turco a EEUU, y quienes pretenden debilitarla con el fin de mantener su control sobre este estratégico país, ruta de los gaseoductos que transportan gas de Azerbaiyán a Europa. Ésta es la línea que organizó el golpe de estado o utiliza a los yihadistas o kurdos para conseguir el sometimiento del sultán Erdogan, al que exigen que pare sus discursos antiestadounidense, libere a varios ciudadanos de EEUU, entre ellos el pastor Andrew Brunson acusado de pertenecer a la Organización Gülenista, y reanude las negociaciones con el PKK.

Sobre Siria, donde los intereses de ambos países son incompatibles, Trump seguirá la línea de Obama: mantener la guerra de Siria como un pantano, con una larga guerra de desgaste donde sus rivales ye enemigos se queden atrapados.

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