Punto y seguido

Contraseña del fin del mundo

Antes de que los mayas fijaran la fecha del Apocalipsis para el 21 de diciembre de 2012, otros pueblos –sumerios, persas o chinos– imaginaron también la extinción de la vida, personal y colectiva. Estas sociedades vaticinaban que el mundo perecería por un desastre natural, pero que más tarde renacería burlándose de la muerte definitiva.
El zoroastrismo elabora con detalle su Armagedón: el Sol dejará de girar diez días; Ahura Mazda (el Bien) y Angra Mainyu (el Mal) librarán su última batalla provocando enormes catástrofes meteorológicas. Luego, llegará un Salvador que dará la victoria al Bien, enviando al Mal a un "infierno" oscuro y frío.

El islam anuncia el cataclismo universal con la salida del Sol por el oeste y terremotos que hundirán la tierra. Los cristianos lo ilustran con el nacimiento del Anticristo y una humanidad arrastrada por la debacle moral. Ambos diseñan un infierno para los desobedientes que arderán eternamente. La suma de las tres cosmologías dibuja hoy el paisaje de un holocausto atómico con su infierno-invierno. Escalofriante.

En cambio, el auténtico Apocalipsis –bombardeo de las instalaciones nucleares iraníes– apenas asusta, a pesar de las señales. Como por ejemplo el hecho de que un tribunal estadounidense, de repente, condene a Teherán por el 11-S, o que en Irán, India, Georgia y Tailandia vivan inmersos en "el atentado por el atentado" que actualiza la doctrina del "ojo por ojo", mostrando la dimensión universal del conflicto entre EEUU-Israel e Irán, que apesta a petróleo y dominación.

Proliferan trompetistas de guerra; mercaderes de muerte, armas, dinero y poder, demonios disfrazados de salvadores, y también los que ansían "enterrar a los yanquis en el Pérsico" y animan a la República Islámica a lanzar la batalla final, equiparando la paz con la claudicación.

El Mal llega al paroxismo, el Armagedón no precisa las 10.000 bombas atómicas que existen. Una sola creará infiernos de fuego, inviernos de hielo y dolor infinito aquí y ahora. Las guerras "por la paz" contra Siria e Irán borrarán el cielo y sólo quedará el Sheol, el mundo subterráneo desolado de sumerios y hebreos donde acabaremos miles, sin distinciones sociales ni morales.

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