Una cosa es colocar bombas en los mercados, bodas y funerales, matando a los de siempre, y otra bien distinta es un atentado contra el primer ministro: el 7 de noviembre tres drones aparecieron en el cielo de la protegidísima Zona Verde, que alberga ministerios y embajadas (incluida la de EEUU, de 40 hectáreas, la más grande del mundo), para atacar el domicilio del presidente Mustafa al-Kazemi. Dos de los objetos voladores fueron explotados por la defensa estadounidense antes de caer y el tercero impactó en el edificio.
Dos días antes, la policía había disparado a miles de manifestantes hartos de la kakistocracia, de una corrupción institucional, de cortes en la electricidad y el agua, del desempleo de la mitad de los jóvenes y, en general, de un régimen dictatorial, incompetente y sectario. Entre los indignados estaban cientos de votantes de la "Alianza Fatah" y la "Brigada Hezbolá", ambos chiitas pro ayatolá Ali Jamenei (mal llamados proiraníes, ya que el Gran ayatolá Sistaní de Irak también es de origen iraní), que protestaban contra el fraude en las elecciones parlamentarias, celebradas el 10 de octubre, con ocho meses de anticipación, que paradójicamente iba a sacar al país de la profunda crisis política en la que está atrapado. Los dirigentes iraquíes, además de dar prioridad a sus propios intereses personales, partidistas, étnicos y religiosos, están al servicio de los estados extranjeros -EEUU e Irán (que cohabitan en el poder político), Arabia Saudí, Turquía, Israel, Francia (¿qué hacía Emmanuel Macron en la cumbre "regional" celebrada en Bagdad este 28 de agosto?), entre otros- y les queda nulo tiempo para atender a la población.
El partido derechista, pan-arabista y de fe chiita de Sayyrun, del clérigo Moqatada al Sadar, ganó las elecciones obteniendo 73 de los 329 escaños, y los grupos chiitas patrocinados por Irán sufrieron un duro golpe: Fatah cayó de 48 escaños a 17, por lo que acusaron al gobierno también chiita de Kazemi (¡éste, fiel a EEUU!) de manipular los resultados electorales, mientras el Consejo de Seguridad de la ONU lo daba por buenos. Según el sistema electoral iraquí, la formación que obtenga más escaños formará el gobierno, o sea el clérigo Al-Sadr será primer ministro.
En este contexto, aparecen varias teorías sobre la autoría del atentado por parte de los seguidores de Jameneí:
- Ha sido Israel: pretende empujar al gobierno de Kazemi a perseguir las milicias armadas de al-Hashd al-Shabi (Fuerzas de Movilización Popular) patrocinadas por Irán, y provocar la interrupción en el diálogo entre Washington y Teherán sobre el acuerdo nuclear.
- Ha ido un plan diseñado por EEUU: busca pretextos para destruir estas milicias antes de que se hagan fuertes, como el Hizbulá libanés, o quizás ha vuelto a hacer del "bombero pirómano" para justificar la permanencia de las tropas. Aunque eso sí que parece ingenuo: EEUU no ha sacado a sus hombres armados de Japón y Alemania a pesar de que han pasado 75 años desde su derrota en la Segunda Guerra Mundial. Washington cuenta con 12 bases militares y decenas de miles de mercenarios (hoy "contratistas" de compañías como Academi, G4s, Triple Canopy, DynCorp, entre otras); ¡no se irán de Irak, el corazón de Oriente Próximo!
Y argumentan que: 1) es sospechoso que los drones hayan podido entrar en la Zona Verde; 2) en el momento del ataque, Kazemi no estuviera en el palacio; 3) si sus milicias hubieran querido matar al mandatario -afirman-, lo hubieran hecho "de una manera más simple y barata", y 4) puede tratarse de un "autoatentado" de Kazemi para desviar a la opinión pública de las masivas protestas contra el fraude electoral, y también recibir, en sus momentos más bajos, la solidaridad y el apoyo de los líderes de otros países, condenando a sus adversarios.
Mientras, el gobierno lo considera una "incitación a la insurgencia" y un intento por desestabilizar el país. Al-Sadr, que como primer ministro también es el comandante jefe de las fuerzas armadas, ya ha pedido la disolución de estas milicias, algo que no podrá hacer sin el riesgo de provocar un enfrentamiento con Irán. EEUU, por su parte, lo ha calificado como un "acto terrorista" y se ha abstenido de acusar a Teherán.
La situación es comparable con el Líbano del 2005, cuando asesinaron al primer ministro Rafiq Hariri, que causó el fin de la poca estabilidad que presentaba aquel pequeño país.
La guerra del 2003 de EEUU, que tuvo lugar a base de "7 mentiras al servicio de 10 objetivos", fue una guerra de Israel (que ahora tiene bajo su lupa a Irán), promovida por el lobby sionista de EEUU y los Neoconservadores judíos de la administración Bush. EEUU invadió Irak "para garantizar la seguridad de Israel" y "todos" lo saben, dijo el senador Ernest Hollings. Claro: el subsecretario de Defensa, Richard Perle; el presidente de la Junta de Política de Defensa, Douglas Feith, y el asistente especial del Subsecretario de Estado de Control de Armas, David Wurmser, eran algunos de los judíos NeoCon que organizaron la destrucción de Irak. Hoy, también es Israel quien presiona a EEUU para atacar a Irán, por sus inexistentes armas nucleares y porque el suelo iraquí es uno de los escenario de esta guerra.
Fin del sistema político del 2003
Nunca ha habido tantas divisiones en el seno de la política iraquí. La estructura establecida por EEUU, en el que el presidente debe ser sunnita-kurdo y el primer ministro chiita-árabe (copiada de la formula "religiosa" del colonialismo francés para el Líbano), nunca funcionó, pero ahora por un nuevo motivo:
En octubre de 2019, los seguidores del Gran Ayatolá Sisitani (adversario de los ayatolás Jomeini y Jamenei, a los que acusa de traicionar el fundamento del chiismo por no participar en el poder político) forzaron la dimisión del gobierno de Adel Abdel Mahdi, próximo Teherán, después de la muerte de 550 manifestantes. Hoy también están dispuestos a enfrentarse a los iraquíes pro-Jameneistas, que afirman no reconocer los resultados de las elecciones, y debido a que el gobierno no está dispuesto a convocar nuevos comicios, el choque que se espera es brutal.
Hasta hoy, el conflicto interno se presentaba (falsamente) como árabe-kurdo y chiita-sunnita, y no entre una minoría que está saqueando los recursos del país y millones de trabajadores que comen solo una vez al día. Ahora las divisiones pasan por las entrañas de cada integrante que, para más inri, está armado:
El conflicto entre el gobierno de la Región Autónoma Kurda y su propia población -que le acusa de dictatorial, corrupción, clientelismo e ineficacia- ha provocado la migración de decenas de miles de los kurdos. De hecho, la mayoría de los 7000 migrantes atrapados entre Polonia y Bielorrusia eran kurdos iraquíes, que habían vendido todos sus bienes para viajar a Alemania, y que ahora son deportados con una peligrosa decepción, orgullo herido y los bolsillos totalmente vacíos.
También los sunnitas están fragmentados entre la versión de la Hermandad Musulmana, el wahabismo o las cofradías sufíes. En medio de tanto despropósito se encuentran millones de iraquíes laicos que luchan para que su país sea soberano y progresista.
EEUU ha unido el destino de Irán e Irak
En 1978, en plena Guerra Fría y la revolución iraní, EEUU llegó a la conclusión de que ningún dictador títere como el Sha es capaz de garantizar los intereses de la superpotencia en un país estratégico, por lo que éstos deberían ser divididos en mini-Estados o simplemente convertidos en "fallidos". Por lo que decidió contener el desarrollo de las dos potencias regionales Irak e Irán, en lo político, económico, social y militar, a beneficio de Israel, el único estado "leal" a Washington. Para ello, movió varias fichas:
1. Sustituir a la monarquía capitalista y dictatorial de Pahlavi por la teocracia capitalista totalitaria de Jomeini. Alcanzó un acuerdo con él tras las negociaciones del Guadalupe, debido a una virtud compartida: el anticomunismo, la misma que con el español Francisco Franco. No debe sorprender que forme parte de las verdades incómodas que, el objetivo del ataque del islam político y organizaciones como ISIS o Al Qaeda sean los propios países musulmanes y su gente, que no Israel y sus intereses.
2. Organizar tres golpes de Estado en los países vecinos de Irán, con el fin de contener su "efecto mariposa":
a) Pakistán, septiembre de 1978. El general islamista Zia-ul-Haq, uno de los padrinos del "yihadismo afgano" y también el asesino del presidente Zulfiqar Ali Bhutto.
b) Irak, julio de 1979. Sadam Husein derriba el gobierno "amigo de la URSS" de Ahmed Hassan al-Bakr y de paso paraliza el proceso de la unificación de Irak y Siria, para acercarse a Egipto y Jordania.
c) Turquía, septiembre de 1980. El general Kenan Evren establece la dictadura más férrea de la historia del país.
3. Provocar la guerra entre Irak e Irán (1980-1988) para que se aniquilen mutuamente, con armas llegadas de todo el mundo. Israel venderá a Jomeini, desde el Realpolitik, neumáticos para los aviones de combate F-4 Phantom y sistemas de misiles, a cambio de que el ayatolá autorizase la inmigración de cerca de ochenta mil judíos iraníes (los Parsim) a Israel y EEUU, entre otras transacciones. Al convertirse aquella larga carnicería en una tentación de mercado de armas, el presidente Reagan lanzó la Operación Staunch "Firmeza" en 1983, amonestando a Tel Aviv por vender armas estadounidenses a Teherán. Mientras, el mismo año, Sadam invitó a Jomeini a visitar Irak y firmar la paz, pero será el ayatolá quien verá en el mar de sangre que corría sobre ambas tierras "una bendición Divina" para establecer un califato mohametano en el Irán del siglo XX y la conquista de Jerusalén cruzando Irak. Tres años después del fin de aquella guerra en 1988, EEUU liderará la devastación total del exhausto y martirizado Irak en la "Guerra del Golfo Pérsico", para rematarlo en 2003. Desde entonces ha convertido a Irak en la principal estación del Pentágono y de la CIA en Oriente Próximo (con 12 bases militares: Abu Ghraib, Falujah, Grizzly, Jadhimiya, Nineve, etc.), vigilando Turquía, Irán y Arabia Saudí, dominando el Golfo Pérsico, al que la prensa pro-estadounidense ha eliminado este milenario nombre, llamándole el "Golfo", caso único en el mundo.
Irak está listo para una guerra "civil"
Así, el principal conflicto de la zona, que fue el árabe-israelí, se convirtió primero en palestino-israelí y después sunnita-chiita.
En 2003, EEUU instaló un régimen chiita en Irak y creó un ejército basado en unidades étnico-religiosas. En 2005, encargó a un tal John Negroponte, el rey de los criminales de guerra (de Vietnam, Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, etc.) y uno de los principales instigadores de la ocupación de Irak, como embajador en Bagdad, para que formase a los Escuadrones de la Muerte chiita y sunnita (utilizando sus experiencias en América Latina) en hacer desaparecer a los activista de la resistencia e iraquizar la guerra. Luego, Obama enviará a Robert Ford a Bagdad para que continuase con la misión de demoler el Estado iraquí y dejar que Al Qaeda e Isis controlasen Irak. Un vez cumplida, en 2011 Ford se encargará de la Embajada de EEUU en el siguiente país árabe a destruir: Siria. Nada más pisar el suelo de este país empiezan a estallar los coches bomba. No por casualidad, dos años después, Ford será responsable de la sede diplomática de EEUU en El Cairo: respaldará a la Hermandad Musulmana, con el fin de abortar la Primavera Árabe egipcia, establecer otro califato islámico (como en Irán) y así recomponer un nuevo Oriente Próximo a la medida de los intereses de Washington, este enemigo del secularismo y el progreso social.
Ahora, todos los actores implicados están armados y representan intereses irreconciliables de los Estados que les patrocinan: empieza el proceso de la desintegración no sólo política, sino territorial de Irak, aunque algunos proponen que para evitarlo habría que colocar en el poder a un "hombre fuerte" a la imagen del general egipcio Abdel Fattah: entonces, ¿por qué EEUU mató a Saddam Husein, que para muchos iraquíes ha pasado de ser un déspota a un mártir, y ante tales villanos en Bagdad, a un héroe? La economía de EEUU necesita sangre en sus venas y la industria armamentística está impaciente por proporcionársela tras cuatro años de sequía impuestos por Donald Trump.
No hay dolorómetro capaz de medir el sufrimiento de los iraquíes, que no parece tener fin.
Comentarios
<% if(canWriteComments) { %> <% } %>Comentarios:
<% if(_.allKeys(comments).length > 0) { %> <% _.each(comments, function(comment) { %>-
<% if(comment.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= comment.user.firstLetter %>
<% } %>
<%= comment.user.username %>
<%= comment.published %>
<%= comment.dateTime %>
<%= comment.text %>
Responder
<% if(_.allKeys(comment.children.models).length > 0) { %>
<% }); %>
<% } else { %>
- No hay comentarios para esta noticia.
<% } %>
Mostrar más comentarios<% _.each(comment.children.models, function(children) { %> <% children = children.toJSON() %>-
<% if(children.user.image) { %>
<% } else { %>
<%= children.user.firstLetter %>
<% } %>
<% if(children.parent.id != comment.id) { %>
en respuesta a <%= children.parent.username %>
<% } %>
<%= children.user.username %>
<%= children.published %>
<%= children.dateTime %>
<%= children.text %>
Responder
<% }); %>
<% } %> <% if(canWriteComments) { %> <% } %>