Carta con respuesta

Ciudadano o súbdito

Quisiera mostrar mi apoyo a todos los encausados por ejercer su derecho a criticar aquello que creen injusto o desfasado. Los medios podrán ser mejores o peores, pero nadie merece recibir penas por expresar su descontento sin dañar a nadie. La monarquía es una imposición que se ratificó incluyéndola en un ‘paquete’ de libertades a la salida de una dictadura. Los poderes públicos deben mostrar coherencia: ¿cuándo encausaremos a los que incumplen los derechos básicos? ¿Cuándo va Su Majestad a realizar un funeral de Estado a un obrero muerto en su trabajo?

HÉCTOR SERRADILLA, Madrid

El cardenal primado de España ruega que los fieles oren por el rey, que al parecer sufre malos tratos. Cosas veredes. El propio rey se llama a agravio, y dice que la Corona propicia la estabilidad y la prosperidad. Bueno, sí; la Corona, pero también mi cuñado, los sindicatos, la judicatura, mi vecina del quinto, los trabajadores y puede que incluso mi prima Consuelo. Todos merecemos el mismo respeto, supongo, así que la existencia de un delito específico de injurias a la Corona es una sandez supersónica. Un resto medieval del delito de lesa majestad. ¿Por qué va a tener el rey más protección que mi cuñado o que un sindicato? ¿Acaso porque es un símbolo?

Entonces, con menos razón todavía. A mí me parece que los símbolos no son susceptibles al agravio. Que yo sepa, los símbolos ni sienten ni padecen. ¿Cómo va a darse por ofendida la unidad nacional, el teorema de Pitágoras, el espíritu europeísta o la cuadratura del círculo? ¿Se puede ultrajar a la concordia o a la historia nacional? ¿No es un poco ridículo que un particular pueda ofender a un símbolo?

Que los ciudadanos (y no súbditos) discutamos la Corona, la pongamos en duda o en entredicho, hagamos chistes sobre ella o expresemos nuestra repulsa más enérgica me parece muy saludable. Gracias a la Fiscalía, sin embargo, cada semana hay más republicanos. Antes, solían ser ancianos severos, con el bigote amarillento de nicotina y reloj de bolsillo, gente de orden con una presencia pública que rozaba la invisibilidad. Ahora, gracias a la actuación de los fiscales, los republicanos han rejuvenecido y se multiplican. A mí, eso no me parece mal, ni mucho menos. Lo único de verdad muy peligroso, Héctor, a mi parecer, es el bilioso vituperio contra la Corona por parte de tipos como Jiménez Losantos y la Cope. Eso sí que es juego sucio a favor del rey, porque, al escucharlos, cualquiera en su sano juicio diría: algo bueno tendrá la monarquía cuando estos energúmenos también la atacan. ¿Por qué lo hacen? ¿Para defenderla en diagonal y que la gente sensata pensemos que si ellos están en contra, mejor estar a favor? No lo sé, ¿y usted, Héctor?

RAFAEL REIG

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