Carta con respuesta

Políticos filatélicos

¿Queréis dar voz a sectores no representados ni cultural ni ideológicamente? Plantear la información política desde la confrontación bipolar os muestra como una proposición anticuada y poco atractiva. Plantear las noticias desde los prejuicios heredados me parece que servirá para que los demandantes de otra información nos sintamos desasistidos después de habernos entregado a la nueva iniciativa. Acaba de nacer una relación entre un nuevo diario y la población joven que necesita ser representada en sus valores identitarios. ¡No nos defraudemos!

JAIME MOLINA SUÁREZ, Valencia

Al final los periódicos los escribimos los periodistas, qué remedio. Como usted sabe, periodistas y políticos llevan 30 de compadreo, comiendo juntos (a cuenta nuestra, no pocas veces): es fácil que pierdan la perspectiva. A mí me parecen la típica alianza de filatélicos y numismáticos. El reglamento del Congreso, pongamos por caso, será muy importante para los parlamentarios y para los periodistas, que pueden llenar varias páginas con esa noticia. Sin duda, que aparezcan dos monedas de la época de Adriano con un extraño defecto de acuñación también conmueve a los numismáticos. ¿Significa algo real para usted, en Valencia, o para mí, en Madrid? Lo dudo. Por nosotros, como si se operan, ¿no es verdad? Sin embargo, en los periódicos nos entretenemos demasiado con esas cosas y damos a entender que sabemos más que nuestros lectores, porque valoramos la importancia de lo que los demás ven como trivial. En ese sentido, a menudo parecemos kremlinólogos, que es lo que yo quería ser de pequeño. Un kremlinólogo (cuando había Kremlin) era un experto en sacar enormes conclusiones de minúsculas banalidades: el lugar que ocupaba una persona en la tribuna en un desfile le servía para elaborar cinco páginas de análisis sobre "movimientos de fondo" en el Politburó. La información sobre los grandes partidos españoles, el PP y el PSOE, parece a menudo obra de kremlinólogos: que si Rajoy ha sonreído, que si Zapatero ha fruncido el ceño, etcétera. Cosas de filatélicos, como aquella impresión defectuosa de un sello congoleño del siglo pasado.

No me parece mal que los numismáticos se obsesionen con sus cosas, pero son realistas y se resignan a su escaso protagonismo: ellos mismos se dan cuenta de que nos importa un rábano. En cambio, los políticos y muchos periodistas son numismáticos ensoberbecidos. Encima intentan convencernos de que sus obsesiones son de interés general. ¿Quién decide qué debe interesarnos? ¿Esos filatélicos engreídos? En Público intentamos decidir nosotros mismos y ensanchar la información: el precio de la vivienda, el medio ambiente o la cooperación internacional también nos interesan. ¿Y a usted? Pues no nos defraudemos.

RAFAEL REIG

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