Carta con respuesta

Jabón de hotel

Demasiadas son las series y películas que nos presentan el amor humano exento de la riqueza que le corresponde: jóvenes, casi niños, iniciándose en los ritos sexuales, parejas ‘libres’ que trastocan el amor por el interés y viven juntos hasta que se cansan el uno del otro, matrimonios que ejercitan el adulterio como deporte... Ya es hora de que se ejemplifique el significado de la unión amorosa: dos cuerpos que se unen en busca de satisfacción, sí, pero sin desnaturalizar su esencia. Cuando se habla de sexo, qué pocas veces se incluye el regalo de la maternidad, que, sin embargo, es la base del amor.

CRISTINA TÉLLEZ, Barcelona

No son sólo las películas, Cristina: es toda la cultura española (y occidental), al menos por lo poco que yo sé, desde La Celestina a La Regenta. Ignoro qué riqueza supone que le corresponde al amor (humano, claro, ¿cuál es la otra posibilidad? ¿La zoofilia? ¿Enamorarse de una maceta? ¿El amor divino?). Como decía Gide, yo creo que "lo más profundo es la piel". ¿Amor? Bueno, vale, pero yo estoy más interesado en el placer. La paternidad es otra cosa (otro placer). Y si, en lugar de jóvenes, prefiere ver a ancianos iniciándose en el sexo, quizá le convenga ayuda especializada. En cuanto al adulterio (¿deporte? Pues será de riesgo: ¡usted no conoce a mi novia!), pienso que se parece mucho al jabón de los hoteles.

Nos ponemos los cuernos unos a otros pensando: ¿no lo hace todo el mundo? ¿Es que no se lleva todo el mundo la pastilla de jabón? Eso decimos, y también: total, ya cuentan con que te lo vas a llevar, va incluido en el precio. El adulterio, como el jabón, te lo cobran de todas formas, te lo lleves o no: va incluido en la factura del matrimonio. Mientras uno lo esconde entre dos camisas, se pregunta qué necesidad tiene de llevárselo, ¡cómo si no hubiera jabón de mucha mejor calidad en nuestra casa! Como si nos sirviera de algo. Aun así, lo normal es que también arramblemos con el peine, el kit de costura, la colonia y hasta el inservible y obsceno gorro de ducha. Mientras no metas el albornoz en la maleta, no suele haber problemas. Es absurdo, pero lo hace todo el mundo y, al final, uno se dice que es por los niños, que les encantan las cosas de los hoteles y que sus padres se entretengan fuera de casa y vuelvan de mejor humor. ¿Habrá algo, lo que sea, de cualquier tamaño, que no seamos capaces de perdonarnos a nosotros mismos?

Las series (como la cultura) son maquetas, reproducen a otra escala los conflictos que vivimos los adultos y las decisiones morales que tomamos, por eso tratan del adulterio, el sexo, el engaño, el dinero, etc. ¿Qué pretende usted? ¿Novelas y series dramáticas sobre la conveniencia o no de comulgar en la mano?

RAFAEL REIG

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