Carta con respuesta

No crea usted

 

Elena Valenciano, diputada del PSOE, bromeó con la afirmación del Obispo de Pamplona: "Cristo no recibió cuidados paliativos", asegurando que está dispuesta a renunciar a estos cuidados a condición de resucitar al tercer día. Los comentarios jocosos a costa del ‘Gran Sufrimiento que el Dios-hombre’ apuró hasta el último sorbo para darnos la vida eterna, son tan lamentables como irreverentes. Y si todos resucitaremos, ciertamente no al tercer día, para dar cuentas de nuestras buenas o malas obras, no todos habremos aprendido la ciencia del sufrimiento que Jesús imprime en sus verdaderos seguidores a lo largo de los siglos, inseparablemente de la ley del amor.

LISA JUSTINIANO MADRID

No había leído eso de la diputada Valenciano, a la que felicito: me parece muy gracioso. Lo único lamentable es que no haya más diputados con humor. Claro, sabiendo que no te mueres de verdad, ¿qué más te da? En cambio, sufrir para morirse es de tontos, ¿no? Como diría Miguel Hernández: "¡Tanto penar para morirse uno!" ¿Irreverente? Es posible, pero, que yo sepa, reverenciar a Dios no es una obligación. Por eso soy muy partidario de la irreverencia. 

Debo confesarle que me encanta reírme a mandíbula batiente de mis creencias y de las de los demás. Y no me molesta que los demás se rían de las mías. ¿Tan sandias y majaderas son las creencias religiosas que las bromas las ponen en peligro? ¿Tan poco firmes que unas risotadas las tambalean? ¿Tan disparatadas que un simple chiste las deja en evidencia? Una caricatura de Mahoma, una burla de la eucaristía o la crucifixión, una cuchufleta sobre la dieta judía... ¡y ya se consideran con derecho a darse por ofendidos! ¿A usted de verdad le parece que vale la pena creer en algo de lo que uno no pueda reírse? Yo sólo creo en aquello que se pueda ridiculizar, discutir, poner en entredicho. ¡Cómo voy a creer en algo si es tan ridículo que no se le puede ni faltar al respeto! Si yo tuviera creencias raquíticas, como parecen ser las religiosas, tan enclenques que fuera necesario protegerlas hasta de la risa, renunciaría a ellas de inmediato. Sin embargo, mis creencias son tan escasas como sólidas: ríase lo que le dé la gana, que no conseguirá debilitarlas, aunque consiga hacerme gracia (porque a mí no me parece mal reírme de aquello en lo que creo).

En cuanto a "la ciencia del sufrimiento", prefiero la asignatura alternativa: el placer. Se me da mejor, en cambio, la ortografía y no soy tan propenso como usted al uso arbitrario de mayúsculas. Y respecto a la resurrección, mi punto de vista siempre ha sido el de aquel personaje de Joseph Heller que decía: "Mi plan es vivir eternamente o morir en el intento". En eso estamos: lo que suceda primero.

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