Carta con respuesta

Teoría política

Los funcionarios de justicia seguirán en huelga. Pues a lo mejor, sin proponérselo, acaban por solucionar el problema que hace de nuestra administración judicial un compendio de desastres. Hace ya muchos años, cuando yo era un adolescente con poco futuro pero menos pasado, un amigo de mi padre, a la sazón comisario de Aguas del Ministerio de Obras Públicas, nos comentaba con socarronería que su oficina funcionaba mucho mejor cuando los funcionarios se ponían en huelga. Yo, a fecha de hoy, añado: los funcionarios del Servicio Regional de Empleo de la Comunidad de Madrid viven en una huelga permanente y no se puede decir que su negociado funcione ni bien ni mal; simplemente, no funciona, que posiblemente es lo mejor que nos pueda pasar.

Mario López Sellés Madrid

Total, para lo que hacen. Lo mismo ha dicho Bermejo, el de negociador talante, de los funcionarios. Trabajé en una oficina en la que, si algo salía mal sin que supiéramos la causa, el jefe siempre diagnosticaba: "¡Aquí alguien tiene que dejar de pensar! ¡De inmediato!". Gracioso también, ¿verdad? No comparemos, sin embargo, una simple gracia con la sólida teoría política de un pensador como Bermejo, ese híbrido entre el mariscal Tito y Santo Tomás de Aquino, aunque con los baños alicatados en oro macizo.

La última aportación bermejina es la teoría del referéndum imperativo. Si alguien convoca un referéndum "para su aprobación" y no se aprueba, hay que concluir que ha habido fraude. ¿Chiripitifláutico? En absoluto, si atendemos al axioma que lo fundamenta: la democracia es un chalaneo sin importancia y el que tiene el poder puede (y debe) utilizarla para hacer lo que le dé la gana. Los más mayores recordamos con estupor la prueba del nueve de ese sólido principio: el referéndum de la OTAN, que el PSOE convocó finalmente "para su aprobación". El razonamiento de Bermejo es impecable: puesto que el PSOE ya demostró entonces que la voluntad popular es irrelevante y fácil de torcer, todo aquel que convoca un referéndum y lo pierde será porque está haciendo trampa y porque en realidad no le da la gana de ganarlo.

Para mí, el referéndum de la OTAN es el momento clave del proceso democrático español. ¿Se vota para conocer la voluntad de los consultados? Ni hablar del peluquín: todo referéndum es docente y autoritario, se convoca para informarles de lo que deben votar y, si necesario fuera, para obligarles a hacerlo. Salvo que los convocantes sean Chávez o los sindicatos y, como es propio de esos demagogos, cometan fraude flagrante. ¿Qué se puede esperar de esos profesionales de la trampa y la mendacidad? Menos mal que la UGT, que de antiguo debe de conocer la teoría política bermejina,
ya está reculando.

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