Carta con respuesta

Mis subproductos

Un subproducto del whisky, el Dram, está siendo usado por investigadores escoceses para limpiar suelos contaminados y aguas residuales. Dicen que tiene un mecanismo para solucionar y reducir contaminantes múltiples. Por ello, la destilería Glenfiddich en Speyside, Escocia, ha contribuido para que los investigadores lleguen a esta fase del estudio con la donación del subproducto, cuya naturaleza se mantiene en secreto. El Dram remueve múltiples elementos contaminantes de forma más rápida y efectiva que las técnicas actuales.

DOMINGO MARTÍNEZ MADRID BAÑOS DE VALDEARADOs (BURGOS)

A mí no me sorprende tanto, amigo. Recuerdo las madrugadas en esos bares que siempre se llamaban Con-Fer o algo así (porque los dueños eran Conchita y Fernando), tomando la penúltima, con la chapa ya echada, mientras la camarera más joven (Teresa, casi siempre) fregaba la barra con un buen chorro de ginebra Larios: "Mucho mejor que el Mistol, mano de santo", me aseguraba, sin necesidad de recurrir a tantos investigadores escoceses.

La felicidad (ese otro subproducto del whisky y cuya naturaleza también se mantiene en secreto) puede que no fueran más que esos pocos días que compensan toda una juventud de trasnochar en vano, cuando una camarera te dice, no se sabe si con más piedad que entusiasmo: "Voy a echar el cierre, pero te pongo una más". Y tú te quedas en el taburete, acodado, bebiendo a sorbitos y mirando absorto cómo Teresa va poniendo las sillas patas arriba sobre las mesas, cómo barre a escobazos casi violentos, y se va a hacer los baños con guantes de plástico amarillo, hasta que llega el momento de regar con ginebra andaluza el mostrador de zinc, dándole manotazos a la base de la botella, por culpa del maldito tapón irrellenable. Luego se seca las manos en el delantal y, al quitárselo, se le enreda el tirante del peto en la coleta. Te mira a los ojos y sólo dice: "¿Vamos?". Aunque tú te preguntes si esto es cansancio o cariño, sabes que ya no podrías distinguirlos aunque quisieras (que tampoco es el caso), así que te levantas diciendo: "¡Vamos!". De pie, en la acera, mientras se agacha para cerrar con llave la persiana metálica, aprovechas para mirarle el culo o para sonreír sin que te vea. Ahora, de pronto, ya amanece, pero sin demasiado esfuerzo ni mucha convicción, igual que nosotros.

¡Si no fuera por estos ratos! Han pasado los años y hemos dejado atrás el chispazo de Larios en copa de coñac para sucumbir a los pretenciosos single malts y a la botella triangular de ese Glenfiddich que usted menciona: nos hemos hecho mayores todos, también Teresa. Sin embargo, qué alegría cuando veo de madrugada un bar con la luz encendida y el cierre echado. Y eso que ahora ya casi siempre lo veo desde fuera.

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