Carta con respuesta

¿Rumanos o pobres?

"Ni perros ni rumanos". Así rezaba un cartel a la puerta de un comercio. Y remataban la infamia utilizando como fondo del vergonzoso aviso (advertían de que serían echados a hostias) los colores de la bandera rumana. Al parecer, el dueño del establecimiento era un ciudadano ‘respetable’. Su defensa: atribuir a la comunidad rumana una serie de robos de la que decía haber sido objeto. Y eso, al parecer, le daba patente de corso para violar los derechos humanos e infligir una humillación imperdonable a una nación y a todos sus hijos. Personalmente, se me revolvieron las tripas. Desfiló en mi memoria el interminable rosario de excusas parecidas que escucho a diario, de personas ‘respetables’ que pueden ser amigos, familiares, compañeros (buenas personas casi todos) para justificar su xenofobia. Pero no existe justificación para algo tan deleznable que atenta directamente contra la libertad y los derechos fundamentales del ser humano. Toda mi solidaridad para el sufrido pueblo rumano.

ANA CUEVAS PASCUAL ZARAGOZA

Que no dejan entrar rumanos por xenofobia? No se lo cree ni él. ¿Por qué rumanos y no kosovares o búlgaros, por ejemplo? Porque allí los pobres serán rumanos. Seguro que al ex rey Miguel I de Rumanía o a la princesa Margarita o a cualquiera de estos Hohenzollern rumanos les dejan entrar en todos los bares. Lo que quiere decir el cartel es: no se admiten rumanos pobres. Está demostrado que la xenofobia se cura con un riñón bien forrado, como comprobamos cada día con los emires del petróleo. El racismo, la xenofobia y todo eso queda muy a mano si se trata de un marroquí con chilaba y sin un duro, pero en cuanto aparece un jeque es un invitado bienvenido, y se convierte en un ser humano, un semejante, por encima de las razas, creencias, culturas, etc.

Conozco infinidad de sitios donde no dejan entrar ni a perros ni a pobres, por muy españoles que sean. Lo que pasa es que no son tan botarates como ese señor de Mallorca, les basta con decir: es una fiesta privada, aforo completo o sólo con invitación, y se quitan de encima a todo aquel que tenga aspecto de llevar un metrobús en el bolsillo o una nómina mensual de sólo tres dígitos.

No voy a negar que existe el racismo y (quizá) también la xenofobia, pero dudo mucho que ese tío de Mallorca sepa distinguir a un rumano a simple vista. Aunque los buenos sentimientos son enternecedores, yo creo que son las cosas las que modifican las ideas y no al revés. El machismo se remedia a medida que las mujeres adquieren poder. El racismo y la supuesta xenofobia anti-rumana se irían debilitando si los rumanos tuvieran buenos trabajos con buenos sueldos, pero ¿acaso estamos dispuestos a renunciar a algo para que los tengan?

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