Carta con respuesta

Libertad para decidir

En todos los periódicos y medios de información –y, por desgracia, también en éste–, se habla de la libertad para morir y de tener una buena muerte, siempre refiriéndose a colectivos cuya motricidad está limitada de una forma u otra. Antes, deberíamos pensar en contribuir a que estas personas tengan una buena vida y se les ayude a vivir lo mejor posible. Tanto a colectivos con falta de motricidad como a enfermos mentales o disminuidos psíquicos no se les ofrecen los medios para poder llevar la mejor vida posible, con lo cual es normal que una minoría de estos (existiendo casos especiales) prefieran terminar sus vidas al no poder desarrollarlas al máximo por falta de medios que deberían aportar las entidades públicas. Mejor comencemos a pensar en mejorar la vida de las personas antes de darles herramientas para terminarla, aunque sea más barato.

MIGUEL ÁNGEL CORNEJO MADRID

Ni en éste ni, que yo sepa, en ningún periódico se habla de "libertad para morir". De lo que se habla a menudo es de libertad para decidir. La libertad para morir no es necesario que nadie nos la conceda, nos la tomamos cuando nos da la gana y nos matamos si nos apetece. Podemos hacerlo de una forma rápida, casi instantánea (disparo, defenestración, ahorcamiento, etc.) o podemos matarnos sin tanta prisa: fumando, dejando de comer verduras o escuchando la Cope todas las mañanas con el desayuno. El resultado es el mismo.

El problema se plantea únicamente cuando una persona tiene la voluntad de matarse, pero no puede hacerlo sin ayuda de una forma digna, indolora y decorosa. Si una persona quiere vivir, debemos ayudarle y así lo hacemos. Si quiere morir, también. ¿Por qué no? ¿Sólo le vamos a ayudar si toma la misma decisión que tomaríamos nosotros? Si una persona con dificultades de movilidad le pidiera ayuda para llegar a la plaza de toros, ¿usted la ayudaría? ¿Incluso aunque usted fuera un declarado enemigo de los toros? ¿A que sí? Qué tendrá que ver: usted odia los toros, pero esa persona le pide ayuda para acercar su silla de ruedas a las Ventas. En su lugar, tetrapléjico y todo, usted no iría a los toros, pero, como es natural ¿por qué no va ayudar a otro a cumplir su voluntad, aunque se oponga a sus más sólidas convicciones
anti-taurinas? Pues lo mismo, ¿no?

Nadie es partidario de la muerte; en cambio, de las corridas de toros, sí (yo mismo). Ahora bien, cada uno puede decidir morirse cuando le dé la gana (o ir a los toros). Podemos intentar persuadirle, pero no podemos impedírselo. Podemos no prestarle ayuda, pero ¿tenemos derecho a prohibir que otra persona le preste ayuda? Por supuesto que no. Salvo supersticiones religiosas, no se me ocurre ninguna razón para negar el derecho a la eutanasia.

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