Carta con respuesta

La buena vida

Es verano... ¡Qué buena una cervecita o refresco bien fresquito!... y un paseíto por Las Ramblas a la tarde, ya que no hace tanto sol. Nosotros podemos elegir nuestro bienestar, pero ellos, los animales enjaulados en Las Ramblas, sea verano o invierno tienen que estar ahí, al sol, al frío... bebiendo agua semi sucia, caliente, enjaulados, apretujados y aguantando las miradas de miles y miles de personas no hacen nada por liberarlos de ese secuestro permitido por nuestras autoridades... ¿Hasta cuándo? La buena vida es un derecho de todo ser vivo. También se dice eso tan bonito de "Barcelona antitaurina" y de eso, nada de nada... monada.

CRISTINA CERDÁN IRANZO BARCELONA

Bueno, no todos elegimos nuestro bienestar: el camarero que le sirve a usted esa cervecita seguro que preferiría tomársela él, pero tiene que estar poniendo cañas, fregando vasos y aguantando las miradas de miles y miles de personas (más si es camarera, por lo general). Bien es verdad que le pagan (poco), no está secuestrado.

En cuanto al derecho a la buena vida, qué quiere que le diga. Ya Javier Marías se quejaba hace poco con mucha gracia de la exigencia contemporánea de derechos disparatados. Tocante a reclamar auténticas tonterías como derechos, quizá el colmo fuera la sandez de Zapatero, que al parecer postuló que España tenía "derecho" a ganar una copa de Europa de fútbol. Insuperable.

A mí lo que me dejaría muy atónito sería pasear por las Ramblas y encontrarme los bares llenos de loros pidiendo una de gambas, ver perros fumando un pitillo a la sombra o contemplar a unos gatos echando una partida de dominó. Lo que quiero decir es que su concepto de "la buena vida" me parece un poco antropocéntrico. Yo no creo que los perros de mis hermanas, que están francamente mimados, se dieran mejor vida sueltos en ese mundo ancho y ajeno en el que hay que pelear, buscar comida, dormir al raso y curarse sin veterinario. Si alguien hiciera algo por liberarlos de ese secuestro permitido por las autoridades, estoy convencido de que tanto Patán como Kuroi la emprenderían a mordiscos con su benefactor.  Pásese por mi pueblo cuando quiera y verá la buena vida que se dan los animales liberados (o abandonados por los veraneantes): vagan famélicos, asilvestrados, con todo el cuerpo lleno de llagas, mataduras y cicatrices; a veces hocican en la basura y a menudo se enzarzan en peleas a muerte por un trozo de pan duro. Porque no sé qué clase de bichos tienen aprisionados en las mazmorras de las Ramblas, pero imagino que serán animales domésticos, y no tigres y cocodrilos. Meter a un oso en un zoológico me parece una barbaridad, pero creo que un animal doméstico, donde mejor está es en una casa. Como su propio nombre indica.

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