Carta con respuesta

Cultura y chuches

Al igual que sucediera hace años con ‘Música Reservata’ (el programa dirigido por el genial José Luis Téllez), Radio Clásica sigue empecinándose en suprimir sus mejores programas. Ahora le ha tocado el turno a ‘La noche cromática’, el programa misceláneo que Jacobo Durán-Loriga y María Santacecilia dirigían y presentaban en directo en la citada emisora. El nuevo director de Radio Clásica, Fernando Palacios, ha dicho públicamente que quiere una radio más dinámica, con contenidos más variados y presentada sin esa aura de seriedad que algunos de sus programas tenían. Por ello, resulta todavía más absurda la supresión de un programa que encarnaba, precisamente, esos valores y que había encontrado un público numeroso y fiel. Consideramos que la supresión de ‘La noche cromática’ es una decisión impropia de un pedagogo musical y comunicador de la categoría de Fernando Palacios, de cuya trayectoria profesional esperábamos otra manera de dirigir un servicio público como Radio Clásica.

JOSÉ DEL RINCÓN RUBIO Y 106 FIRMAS MÁS. soria

Una vez hice un consultorio en esa radio: alguien llamaba con un problema y le recetaba un libro. Se va usted a leer Lolita y así verá por qué no debe acostarse con su sobrina, etc. Un día oí al jefe quejándose: "No sé a qué viene esa pedantería de hablar de Madame Bovary, que la hemos leído todos, por supuesto, pero ¿qué cojones tendrá que ver con el adulterio?" Tal cual. Ese es el nivel, para que se haga una idea. No me sorprendió que me echaran.

Su problema, el de los 107, es que no entienden el lenguaje de estos chupatintas que van de enrollados y modernos. Más

dinámico quiere decir más infantil, dirigido a niños incapaces de concentrarse si no hay payasos tirándose tartas a la cara. Contenidos más variados quiere decir no profundizar en nada y mezclar churras con merinas, todo sin contexto. Sin aura de seriedad quiere decir simplemente sin seriedad, como si fuera una chirigota para repetidores de primero de ESO. Susanita le proponía a Mafalda organizar un banquete benéfico con
langosta, y así luego darles a los pobres arroz, patatas y esas
porquerías que comen ellos. Lo mismo: no se trata de Schubert o Mozart; sino de darles videoclips, rap, grafitis, chunda-chunda y todas esas porquerías que ellos llaman cultura, pero eso sí: muy dinámica, muy variada y con mucho tuteo y colegueo. O sea: cambiar el jamón ibérico por patatas onduladas, ¡a que no pueden comer sólo una! Qué más dan los michelines cerebrales y la obesidad intelectual.

Parafraseando a Wilde: la cultura nunca debe intentar ser más popular, sino lo contrario, hacer al pueblo más culto. Pero ese es un proyecto demasiado peligroso: mejor darles más
chuches, no sea que se aficionen al jamón del bueno.

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