Carta con respuesta

Debo de ser idiota

Según la nueva cultura de marketing sexual, parece que a la hora de acostarse con alguien hay que meterse en la cama provisto cada cual de una cinta métrica para medir el tamaño de las distintas herramientas del amor. Importa el tamaño del pene, del que se prometen alargamientos milagrosos a través de anuncios en varios medios, o el de las tetas, y será por eso que se promociona su aumento quirúrgico a través de un concurso discotequero, cuando el único tamaño que debería importar sería el de la sensibilidad, la ternura, la pasión... atributos demasiado sutiles para someterlos a una medición, y que son los únicos que merecen la consideración de los verdaderos amantes, todavía no afectados por la deformación de una sexualidad adulterada por el reclamo de la magnitud. ¿Sin tetas no hay paraíso? Prueben más abajo.

JORDI S. BERENGUER BARCELONA

Más abajo? Oiga, eso sí que es sutil. Y muy tierno. En fin, creo que es al revés: no se promociona la cirugía a través del concurso, sino la discoteca a través del sorteo. Por lo que sé, los implantes mamarios necesitan tanta promoción como el jamón serrano. Será una "frivolidad" (¡es una discoteca, qué esperaban!),  pero ni es obligatorio ni se dirige a menores, y los adultos tienen probada afición a la cirugía estética, como Letizia, o a los implantes capilares, como Bono. De todas formas, ante tanto mojigato grito en el cielo, ya han suspendido su gala de la silicona, por no discutir.

¿El tamaño no importa? Pues no sé qué decirle. Parece que a muchas personas les importa el tamaño o la forma de la nariz, o la calvicie. ¿Y qué tiene de malo? ¿Por qué debería no importarles? ¿Sólo el alma merece atención? Si me gustan (un suponer) las mujeres con grandes tetas, ¿ya no soy un "verdadero amante" y tengo una "sexualidad adulterada"? ¿Es que en el sexo no cuenta nada la atracción física? Conozco chicas tiernas, sensibles, apasionadas y repletas de "atributos sutiles", pero debo de ser muy superficial: para irme a la cama también necesito que me atraiga su cuerpo. ¿Qué pasa, es tan raro? ¿Soy un degenerado?

La ternura, la sensibilidad, la pasión... vale, sí, pero ¿acaso me convierto en un idiota si me atrae la belleza física? Pues lo admito: soy idiota perdido. Como decía Billy Wilder: mi anciana tía de Viena sería mucho más puntual en el rodaje que Marilyn Monroe, y se aprendería mejor sus frases, pero entonces ¿quién rayos tendría ganas de ver la película?

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