Carta con respuesta

Bush el protervo

Llegué a pensar que el virtual ex presidente de EEUU se iría a su rancho sonriendo y saludando a la cámara. Decenas de miles de muertos, desaparecidos y torturados por todo el mundo merecían un último gesto; este gesto, potente, a pesar incluso de su aparente comicidad, y simbólico como pocos: dos inofensivos zapatos como trasunto de la rabia de casi todas las personas bien nacidas y que yo, personalmente, suscribo desde las punteras hasta los tacones. En el 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, quiero lanzar un buen par de zapatos a todos los dictadores y a todos sus cómplices. Gasto un 44, ¿será suficiente?

 

JOSÉ ANTONIO LAFUENTE ALICANTE

Para una lanzada a moro muerto vale un 44. Aunque debería contar con un ciempiés o varios: ¿por qué limitarse a los dictadores? Además, teniendo en cuenta que ni usted ni yo no somos iraquíes: ¿no le entran más ganas de lanzar zapatos a la industria farmacéutica, al FMI, al Banco Mundial, a los gobiernos democráticos que participan en bombardeos (eso sí, con visto bueno de la ONU o de la UE y Javier Solana), a los bancos, a las empresas que contratan trabajadores fuera en régimen de esclavitud, a los que venden armas (España, para empezar a hablar), a quienes apoyan, consienten o se benefician de la explotación, a los que permiten el hambre en el mundo, etc.? A mí me parece que, al final, los zapatos deberían golpearnos también a usted y a mí, y a todas esas "personas bien nacidas" que vivimos a costa de la mayoría de la humanidad.

Supongo que estamos en deuda con Bush, porque la opción B es que nos den a nosotros un zapatazo procedente del Sáhara, o del centro de atención telefónica de una operadora española en Latinoamérica, o de quienes fabrican nuestra ropa en Asia, o un enorme zapatazo procedente de una patera.

Personalmente le estoy agradecido a Bush. Creo que es un tipo muy religioso: con su sacrificio como chivo expiatorio, lava todos nuestros pecados. Ahora, si alguien (un mal nacido tendría que ser, qué duda cabe) me acusara a mí de algo, o a España, o a la Unión Europea, o a ese G-20 en el que Zapatero echa ampollas por sentarse; siempre le puedo responder: ¡pues anda que Bush! Ese sí que es malo de verdad. Como yo estoy en contra de Bush, por fuerza tengo que ser muy bueno, ¿a que sí? Y cuanto más me escandalice la maldad de Bush, mejor seré yo. Ya voy descalzándome para este linchamiento en defensa propia.

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