Carta con respuesta

Imágenes imborrables

De un tiempo a esta parte, en la capital del reino se ha puesto de moda tomar plazas con fuente en el medio. Primero fue el Real Madrid el que eligió La Cibeles para celebrar sus triunfos. Le siguió el Atlético de Madrid, cuyos seguidores invaden la Plaza de Neptuno cada vez que el equipo colchonero conquista algún título –lo que ocurre de uvas a peras, dicho sea de paso–. Y últimamente es la Conferencia Episcopal, con Rouco Varela la cabeza, la que ha decidido seguir el ejemplo. En los momentos de crisis de fe generalizada o de laicismo salvaje, desembarcan en la Plaza de Colón con su feligresía para a cantar misa de campaña urbana. Más vale que vayan pensando en ello las restantes asociaciones, porque, aunque todavía quedan plazas con fuente libres, las mejores van estando pilladas.

 

ENRIQUE CHICOTE SERNA ARGANDA DEL REY (MADRID)

Entonces, según parece, lo que se necesita son más plazas con fuente y estatua, como es el caso de las tres que menciona. Los seguidores de equipos de fútbol se reúnen allí para celebrar la victoria: la fuente es indispensable para tirarse al agua; la estatua, para escalarla y, si es posible, romper algún trozo.

El caso de los obispos es muy diferente. No celebran ninguna victoria. En general, sólo se echan a la calle en defensa propia. Al parecer, se sienten atacados. Según su punto de vista, hay una ofensiva contra la familia y la religión. Ya sé, sí: es un poco chiripitifláutico, teniendo en cuenta que a la religión católica le damos un montón de pasta y les dejamos campar a sus anchas en los colegios. La campaña contra la familia es aún más misteriosa e invisible, digna de una novela de Philip K. Dick. Su forma de defensa está inspirada en la doctrina del ataque preventivo: como Zapatero tiene un arma de destrucción masiva (ellos lo saben, aunque nadie la haya visto), conviene anticiparse y dar leña en la radio y en la calle. A mí no me cabe duda de que la Iglesia aplica el método paranoico-crítico de Dalí, porque, si no, no se explica.

Y sin embargo, qué bonito sería que tuvieran razón, ¿verdad? ¿Se imagina una carga policial contra los meapilas con pancartas? Lo que daría por ver a los curas arremangarse la sotana para correr, a la Policía repartiendo hostias sobre bonetes, mitras y tiaras, y una estampida de monjas saltando al agua, como si fuera un concurso de Miss Camiseta Mojada. ¡Épico! ¡Qué imágenes para el recuerdo! Ça fait rêver, como diría el maestro.

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