Carta con respuesta

Catalán... ¡cazi ná!

Mi texto será políticamente incorrecto para algunos, pero aplaudo lo que quiere llevar a la práctica el Parlament de Catalunya con la abolición de las corridas de toros. La forma de ser de muchos toreros, incompatible con la manera de ser más civilizada que se quiere inculcar a los hombres de hoy en día, les hace aparecer como algo anacrónico. Además, en Catalunya siempre han sido algo exótico, nunca catalanes del todo, que igual que el "macho ibérico" resultan, al fin y al cabo, ajenas, como lo es la noche de Halloween. Igual que en las series televisivas catalanas lo taurino apenas existe porque no entra en la manera de ser catalana, los "machos ibéricos" que en las películas del landismo arrasaban, sobre todo con las extranjeras, no ligan mucho entre las catalanas, que aprecian más el modelo Woody Allen, es decir, el hombre sensible, culto y que las trata como a personas, no como si fueran de su propiedad ni inferiores a ellos.

JULIÁN JUAN LACASA MADRID

Qué va, es de una gran corrección política... para un régimen como el franquismo, pongamos. Sus elucubraciones sobre el Volkgeist catalán las hemos oído infinidad de veces, aunque aplicadas a "la mujer española" o "el pueblo español". El toreo no es sólo que sea malo, es peor todavía: ¡es poco catalán! Sí, como en el franquismo eran poco españoles el bikini, la democracia o el marxismo. Es el espíritu mismo de la raza catalana el que arruga la nariz ante esos extranjeros que intentan corrompernos con minifaldas y libros de Voltaire.

¿Así que la ben plantada prefiere al "hombre sensible y culto" y no a esos charnegos que mastican con la boca abierta? A la española auténtica (la de las latas de aceite) le vale con Alfredo Landa; la catalana, mucho más evolucionada racialmente, necesita ¡a
Woody Allen! La catalana, cuando besa, es que besa de verdad; no como esas frívolas.

Si la España plural de Zapatero y Suso de Toro es esto, que me "desapunten", como dicen los niños. Yo no me trago esta ensalada de varios nacionalismos rancios, esencias patrias, superioridad moral y
retórica imperial. Menos aún si encima la "deconstruye" Ferrán Adriá.

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