Carta con respuesta

Regalos políticos

Dos señoras, una de ellas embarazada, mantenían la siguiente conversación: "Qué suerte tienes con los 2.500 euros que te va dar el Gobierno". La embarazada contestó: "Vamos a comprar un televisor de plasma; a mi marido le hace mucha ilusión". No pude evitar decirle: "Señora, sea un poco más discreta". Se enfadó y me dijo que el dinero era suyo, y es verdad, pero le contesté que mío también, que eso que le dan es parte de mis impuestos. Me parece perfecto que ayuden a las familias en el nacimiento de sus hijos, en tanto en cuanto lo necesiten: no a todo el mundo.

CONCHITA OLIVÉ QUERALTÓ, Tarragona

Estoy completamente de acuerdo con usted: esas medidas que consisten en soltar un cheque a todos por igual son pura demagogia. No se justifica ni siquiera con esa manga ancha que les concedemos a los políticos en campaña. Pagar 2.500 euros a los príncipes de Asturias si tienen un hijo es un insulto a todos los ciudadanos, que somos los que ponemos el dinero con nuestros impuestos. Sin embargo, si eso mismo lo dices en una viñeta, te empapelan. Por algo será.

Tal y como yo lo veo, hay dos formas de demagogia y ambas son abominables. La primera es esa clase de promesas para todos, sin tener en cuenta la renta o la situación. Medidas sin el menor progresismo y más propias de una pintoresca dictadura paternalista. Sólo les falta ofrecer una paga extra el día del cumpleaños de Zapatero o, para fomentar la participación, regalar un DVD a todo el que acuda a un colegio electoral. Los periódicos regalan bobadas porque, en realidad, no creen que el periódico por sí mismo le interese a nadie. Los políticos saben que no tienen nada que ofrecer a los ciudadanos: por eso sacan la chequera. La otra forma de demagogia son las medidas dirigidas sólo a grupos de votantes potenciales, para halagarles. Ayudas para jóvenes, por ejemplo, como si los parados de 50 años no las necesitaran con mucha más urgencia. Esa clase de políticas (la de vivienda, digamos) recuerdan a los suplementos juveniles de los periódicos, tan enrollados y tan musicales, y escritos en lenguaje SMS. Parten de dos firmes convicciones: que a los jóvenes no les puede interesar el periódico normal y que son medio lelos y se lo tragan todo. Los políticos también saben que no hay quien les lea y también creen que a los jóvenes se les manipula con facilidad: por eso sacan cada día más suplementos enrollados.

En lugar de regalar chirimbolos y de editar suplementos a todo color, ¿por qué no hacen un buen periódico? ¿Por qué no formulan un programa político progresista de verdad y un proyecto de transformación con capacidad para entusiasmar a los votantes? Usted ya conoce la respuesta tan bien como yo, ¿a que sí?

RAFAEL REIG

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