Carta con respuesta

La verdad se inventa

En las fechas inminentes, los hipócritas, como por conjuro, acrecientan su aparición en los espacios públicos. "Venga, no le pegues; es Navidad", dice uno. "Tome, caballero; es Navidad", le espeta otro a un mendigo. Dado que soy un mal nacido, un insolidario, un traicionero y un pervertido que no esconde estos clichés, me recluyo en los montes durante esos días que parecen estar dedicados a la morralla citada. Tan sólo verles, me asalta la idea de ser buena persona. Y eso ‘no va con mi naturaleza’, salvo ser fiel a mí mismo, que es mi gran virtud. Quien quiera entender, que entienda.

MANUEL CASTELLANOS PLAZA, El Palmar (Murcia)

Pues me parece muy bien, reclúyase usted en ásperos montes. Por mi parte, no pertenezco al selecto club de los odiadores de la Navidad, de los que hacen regalos sólo cuando lo sienten de verdad y no en fechas señaladas; de los que se comportan tal y como son, sin hipocresías, fieles a sí mismos, y no como se espera de ellos. Creo que era Unamuno el que decía que el sentido común moral es el egoísmo; por eso, en el ámbito moral, el sentido común no sirve para nada. Aunque el sentido común nos diga que es falso, ¿qué tiene de malo que intentemos ser mejores de lo que somos, aunque sólo sea en Navidad? ¿Fiel a sí mismo? A menudo me pregunto, como Juan Benet: "Si no fuera por los demás, ¿qué sabríamos de nosotros mismos?"

La gente sencilla viaja en chándal, celebra de buena fe las Navidades, se emociona en las bodas, se les empañan los ojos en el cine, improvisa acalorados sentimientos el día de San Valentín, pide de postre tarta al whisky, llora en los funerales y se convence de que quiere mucho al abuelo enfermo. Su esfuerzo a usted quizá le parezca patético: a mí me parece heroico. Es una insurrección inútil, pero hermosa, contra el silencio, el olvido y la nada. Ese entusiasmo desproporcionado y conmovedor no es otra cosa que amor a la vida, por encima de todo y, sobre todo, por encima de sí mismos, contra sí mismos: un amor incondicional y no correspondido. Soy uno de ellos y le repito a mi novia, como en Johnny Guitar: "Miénteme: dime que me quieres". Como también decía Unamuno, el único propósito de la vida es hacerse un alma. No venimos ya con ella de fábrica, no es el punto de partida: es el resultado de nuestro esfuerzo, de nuestra lucha a favor de la Navidad y en contra del sentido común.

No es verdad que en Navidad seamos mejores: eso ya lo sabíamos. Como decía Antonio Machado: "Se miente más de la cuenta / por falta de fantasía: / también la verdad se inventa". Para mí, esa verdad que inventamos y compartimos en Navidades vale más que la verdad sin fantasía (la verdad que miente) de la que uno puede disfrutar a solas en esos montes.

RAFAEL REIG

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