Carta con respuesta

Democracia de mercado

Estoy hasta las narices de la Comunidad de Madrid, todo lo hace en los municipios gobernados por el PP. Majadahonda tiene ya Cercanías y carril bus. Y encima le van a construir un metro ligero y otra línea de Cercanías. Mientras, localidades como Galapagar no tenemos nada, ni metro, ni metro ligero, ni carril bus, ni tren de Cercanías. Pero, claro, como en Galapagar no gobierna el PP, nuestros problemas no le importan a la señora Aguirre.

ÁNGEL MAESTRO FERNÁNDEZ, Galapagar (Madrid)

Oiga, don Ángel, me parece que usted mismo sabe ya la respuesta: si en Galapagar quieren metro, metro ligero, carril bus, carril bici, guarderías, bibliotecas, orgasmos simultáneos y mandarinas sin pepitas, pues lo tienen muy fácil: voten al PP. ¿Cuál es el problema? Ahora, por cabezotas, se han quedado sin nada. Al menos, de momento no les bombardean ni tienen que fumar serrín, como los palestinos, por haber votado a Hamás (y mira que se lo advirtió Solana). No lo descarte, don Ángel. Como usted sabe, aquí somos todos partidarios del libre mercado y la democracia de mercado funciona igual que los bares: el baño es sólo para los clientes. Si quiere hacer pis, pague un café; si quiere tren, vote al PP.

Por otra parte, el PP no sólo defiende así la democracia de mercado: es un partido conservador y esta forma de democracia es una muy noble y arraigada tradición patriótica. Antes se llamaba caciquismo. El cacique compraba los votos (un duro dicen que pagaba el conde de Romanones) y garantizaba la fidelidad de su circunscripción. A cambio, conseguía en el Parlamento beneficios para su pueblo: la traída de aguas, el puente, la nueva escuela o, por lo menos, unos miles de duros para retejar la iglesia. Funcionaba como la seda, hasta que vinieron los clásicos envenenadores a calentarle la cabeza a la gente.

Comprar votos, gobernar sólo para los suyos, utilizar el presupuesto como fondo de recompensas, amenazar con cataclismos si vinieran los otros, colocar a la familia y amiguetes, mantener el orden y la paz social y recurrir, sólo en caso de necesidad, a los del trabuco o el garrote para ablandar a los más duros de entendederas... ¿Hay cosa más española, más patriótica, y a la vez más acorde con el liberalismo económico que hoy veneramos todos? ¿O es que acaso en Galapagar están ustedes en contra de España y de que las sagradas leyes de mercado regulen la democracia? En ese caso, si son ustedes partidarios de extravagancias extranjeras como la soberanía popular o si prefieren el bien común por encima del beneficio particular, ¡merecido se lo tienen! De entrada, se quedan sin tren, a ver si espabilan. Y mientras pierden horas y horas en desplazamientos, recapaciten. A ver si entran en razón por las buenas.

RAFAEL REIG

Más Noticias