Carta con respuesta

La razón del debate

Mariano Rajoy ha saltado a la Red de Redes con esta frase: "Mi madre quiso que naciera en Galicia"... Hace unos días, tras censurar a la televisión pública en los debates a dos bandas, dijo algo así como: "Estaré a lo que diga mi jefe de campaña". Todo esto sin olvidar lo que le dijo su primo... sobre ese temilla del cambio climático. El señor Rajoy siempre me ha dado la sensación de ser mucho más inteligente de lo que luego demuestra cuando abre la boca. De hecho, los mensajes que sigue lanzando desde su posición de oposición estéril están tan poco elaborados que solamente una estrategia electoral basada en que todos somos marionetas, como el señor Rajoy, puede aspirar a conseguir el voto inteligente de la gente con memoria, criterio y templanza.

IGNACIO CABALLERO BOTICA MADRID

A  mí me parece formidable meterse con Rajoy, pero no así. ¿Leña al mono, que es de goma? Mi madre quiso que mis hermanos y yo naciéramos en Cangas de Onís, ¿le parece tan raro? Si uno tiene un jefe de campaña, será para hacerle caso, ¿no cree usted? ¿No está permitida la más mínima duda con respecto al cambio climático? Eso sólo indica hasta qué punto se ha convertido ya en un dogma religioso. ¿Algo más contra Rajoy? Oiga, haga un esfuerzo porque así no vamos a ninguna parte. Además, lo malo de la democracia es que todos los votos son iguales: ese voto inteligente que dice usted vale igual que el voto tonto, iracundo o caprichoso, que es mucho más fácil de conseguir.

Hablando de dogmas, no sé usted, pero yo estoy de los debates cara a cara hasta las narices. Me conmueve tanta fe en un debate, es una especie de superstición, como si fuera la eucaristía de la democracia. Todos, y sobre todo los que hemos estado casados, sabemos lo único que en realidad significa ganar en una discusión: ser más tenaz, más ingenioso, más simpático, tener menos escrúpulos, improvisar con más empaque, usar una retórica más efectiva... Por lo general, no tiene nada que ver con tener razón. Menos aún cuando la discusión se televisa. Uno puede tener razón y no acertar a defenderla en un debate porque es menos "mediático" o porque el otro usa añagazas, como preguntar el precio de un café o un billete de metro. Prevalecer en un debate es como ganar una pelea a puñetazos: el que vence sabe debatir mejor o es más fuerte, ¿y qué?

Estos dos tipos, ¿no llevan años debatiendo en público? ¿No conocemos ya tanto sus obras como sus buenas razones? ¿Hay alguien tan obtuso como para dejarse convencer por un debate televisado, preparado por profesionales y repleto de zafios trucos de vendedor de crecepelos? Por mí, que debatan todo lo que quieran, claro, y será interesante: pero otra cosa es que nos lo tomemos tan en serio.

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